Se va septiembre de 2022 y nunca más. Se lleva hechos que marcaron el presente de los seres humanos; por un lado los destructivos fenómenos naturales (la Tierra se manifiesta) y por otra parte las atrocidades de los grupos sociales, de los individuos.
México, Hidalgo, su región sur en donde Tula es eje de una gran diversidad de procesos, quedan con cicatrices, con heridas abiertas, con peligros inminentes.
El gran pendiente que el mes de la Patria deja a un otoñal octubre que será gris es la necesaria reconciliación de todos los sectores poblacionales: parecemos no estar tan de acuerdo con ponernos de acuerdo.
Sobre esa incertidumbre, no hay señales de una salida al conflicto interno de La Cruz Azul, se alarga y se agrava la crisis.
Tampoco se ve fácil el inicio de trabajos sobre los puentes que dan salida-entrada a personas y vehículos en la ciudad de Los Atlantes, lo que asegura un auténtico conflicto no natural, sino creado por el hombre.
La construcción del nuevo hospital del IMSS en la región está en suspenso.
Ex funcionarios estatales y siete alcaldes en funciones están señalados por desvío de recursos en materia de obras.
Será la última vez que debamos ajustar los relojes para estar dentro de un horario aceptado por la mayoría de la población, pues el horario de verano/horario de invierno se van, al parecer por siempre.
Todo eso, mientras el escándalo por el hackeo a la Marina y a la Defensa han puesto al descubierto detalles graves sobre el delicado estado de salud del presiente AMLO, quien ha aceptado la intromisión y las enfermedades.
Así viene octubre.
