La Cruz Azul, una crisis que nos lastima a todos.

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Creada en 1881 por el inglés Henry Gibbon, quien alquiló una parte de la antigua Hacienda de Jasso, próxima a la antigua estación de Dublán, para instalar una fábrica de cal hidráulica, la fábrica de cemento portland La Cruz Azul vive sometida a una grave crisis estructural que no parece tener fácil e inmediata solución y que afecta, de alguna manera, a toda la población del sur del estado de Hidalgo y a importantes sectores de la sociedad mexicana.

Los tropiezos no son nuevos para La Cruz Azul, pues para 1883, en que Gibbon se asoció con otro inglés (Joseph o George Watson), quien sumó recursos a la inversión que había hecho su compatriota, en medio de dificultades económicas, y a pesar de la explotación eficiente de los ricos yacimientos de minerales calizos de la región, la industria no despegó por la falta de capital y quebró en 1906.

Ese mismo año el Banco Central asume el control de la fábrica, y se constituye el 15 de abril de 1909 La “Compañía Manufacturera de Cemento Portland La Cruz Azul, S.A.” con el empresario Fernando Pimentel como socio.  

Pero en 1910 se instala muy cerca la planta cementera La Tolteca, que le vino a competir con más capital y maquinaria más moderna.

Hoy, las instalaciones de la vieja fábrica cementera en la población de San Marcos están destinadas a un moderno centro comercial del que se habla poco por el perfil que tienen los supuestos propietarios, vinculados a una élite político empresarial.

La crisis mundial de 1929 repercutió en la industria de la construcción en México y por esta razón, los socios de La Cruz Azul retiran su capital poco a poco; la producción se redujo a la tercera parte de su capacidad.

El 1 de marzo de 1931 La Tolteca compró La Cruz Azul en un millón de pesos; los trabajadores recién liquidados iniciaron las gestiones que derivarían en poner a la fábrica en sus manos el 2 de noviembre de 1931 mediante la expropiación decretada por el gobernador Bartolomé Varas Lugo.

Esa fue la base para la constitución de la cooperativa el 29 de enero de 1934 con 192 socios, dos años y tres meses después, previo pago de 1 millón 312 mil 555 pesos y 66 centavos, a veinte años. Hoy, la cooperativa suma 933 socios.

La historia de La Cruz Azul tiene en un lugar de privilegio a Don Guillermo Álvarez Macías, un líder genuino que con su esfuerzo escaló posiciones, desde trabajador hasta puestos directivos hasta ser aceptado como socio cooperativista en 1937.

Profesionalizó al equipo de fútbol en 1960, consiguió el ascenso en 1964 y cinco títulos de Liga que empezaron a caer desde 1969 hasta 1976, año en el que murió de manera repentina durante una visita del presidente de la República José López Portillo a la región de Tula.

En el seno de su familia se gestaban entre sus dos hijos varones (en total fueron cuatro: María del Carmen, María Gilda, Guillermo y Alfredo) calladas pugnas por la heredad de la fábrica, del imperio que se veía venir y que ya había expandido su influencia en favor del desarrollo comunitario en empleo, deporte y educación, principalmente. 

Ahora pueden interpretarse, a la luz de los acontecimientos públicos, la clase de asuntos que se gestaban, en privado, en el seno de la familia Álvarez, mientras desde 1978 Don Joel Luis Becerril Benítez le dio al ahora ya núcleo de varias empresas cooperativas en la región una época de esplendor que alcanzó dos campeonatos de fútbol en primera división.

Sin embargo, casi nadie se atrevió a señalar lo raro que a algunos les pareció la mutación en el estatus de las nuevas empresas de La Cruz Azul que, en vez de cooperativas, abrieron y operaron como sociedades anónimas.

La prevalencia de una especie de reinado en el que el mandamás que lo fue por 31 años (a partir de 1998, hoy prófugo de la justicia mexicana desde el 20 de julio de 2020) era intocable hizo que aparentemente no hubiera voces críticas y ni habar de disidentes.

Medio centenar de documentos evidencian que entre 2016 y 2017, unas quince empresas de dudoso origen emitieron, cobrando por ello entre dos y seis millones de pesos, facturas que amparan 191 millones de pesos pagados por servicios no comprobables, con beneficio a unos cuantos miembros de la élite azul, con destino a sus cuentas en paraísos fiscales como las Islas Caimán. La cifra de los fondos mal manejados suma 422 millones de pesos, según diversas fuentes.

Al cabo de un ir y venir de grupos que sostienen con firmeza una severa pugna interna, la situación crítica de La Cruz Azul está lejos de resolverse y sí, en cambio, ha generado una especie de desánimo social, apenas aliviado por el campeonato del equipo de fútbol de primera división nacional en el torneo Guardianes 2021 de la Liga MX: “la novena estrella” que tardó 23 años en llegar.

El desencanto ha alcanzado al a población civil del sur del estado de Hidalgo, la región Tula-Tepeji. ajena en su gran mayoría a los beneficios de la cooperativa, pero con una identificación muy arraigada frente a la mística de la fábrica, de las escuelas, del hospital…y del equipo.

Eso explica por qué, pese a que en la dirección general con sede en México actúa un personaje, en la planta Hidalgo, de Jasso, se respalda dentro y fuera de las instalaciones a su contrincante. Hay un verdadero ejército de cooperativistas con grueso apoyo de civiles dispuestos a defender la fábrica, no obstante que los intentos de recuperación por parte de la administración capitalina tengan o no bases legales para hacerlo.

“No entran y no entran”, dicen los unos y les hacen eco los otros, esos otros que, a una primera llamada de los trabajadores y administrativos, van a manifestarse en torno a los colores de su afición, de su pasión, para defender lo que -de un modo o de otro- también toman como suyo. No digan después que nadie lo advirtió.

El 5 de julio es el Día Internacional de las Cooperativas, La Cruz Azul -que vale unos 45 mil millones de pesos y tiene el 23% de la producción cementera nacional- llega a esta fecha muy fuerte, con su bien ganado lugar en el contexto global, pero con una división interna fuera de control, que confunde.

El tiempo dirá más, eso es seguro.