De frente verde

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El baño de vapor en la cultura tolteca

Mtro. Luis Manuel Gamboa Cabezas

Centro INAH Hidalgo- Z. A. Tula

Una tradición que ha perdurado a través del tiempo en las culturas prehispánicas es el uso del baño de vapor, que como elemento arquitectónico, se ha convertido en un elemento identitario de las culturas mesoamericanas que trasciende en los estudios arqueológicos, etnográfico y etnohistórico.

El baño de vapor es usado con una finalidad higiénica, sin embargo, dependiendo de la cultura es habitual que se le atribuyan funciones terapéuticas, sociales e incluso ceremoniales. Esta cosmovisión es lo que ha permitido su permanencia a través del tiempo y se continúe con las mismas tradiciones en cuanto a la construcción de temazcales de estilo prehispánico.

Es por eso que se usan materiales similares, planeación y orientación como suelen descubrirse en contextos arqueológicos o que están documentados a través de los códices o fuentes etnohistóricas.

El uso del baño de vapor implica elevar la temperatura corporal con fines de eliminar las toxinas por transpiración. En los baños mesoamericanos, se lograba la sudoración mediante el uso de piedras calientes (tezontle) que se le vertían agua.

En el proceso no había una separación entre la función terapéutica, higiénica, y ceremonial. La forma del temazcal asemejaba una cueva que al ingresar era el medio para la comunicación entre lo terrenal y lo sobrenatural; de ahí que las características formales, funcionales y constructivas tenían implicaciones con la observación de algunos astros o estar relacionados con algunas deidades.

El oeste dominado por Quetzalcóatl, siendo el lugar de Tamochan; el sur dominado por Huitizilopochtli y Macuilxochitl; el norte por Tezcatlipoca y Mitlantecutili; y el este por Xipe Totec, Tláloc y Quetzalcóatl Rojo que se encuentran en el Tlalocan.

En relación a la existencia de temazcales prehispánicos en los monumentos arqueológicos de Tula. Se tienen detectados por lo menos cinco lugares. El primero ubicado en la parte central al oriente de uno de los cuerpos en talud del Juego de Pelota 2, que fue descubierto durante el Proyecto Tula en la década de los 70´.

El problema con este temazcal es que se encuentra construido inspirado dentro del núcleo de la construcción, esto lo hace no contemporáneo y probablemente corresponda a una construcción de época más tarria, ya que hay una serie de cuartos de la época Azteca, superpuestos en el cabezal suroeste del mismo Juego de Pelota.

El segundo temazcal corresponde con uno de forma ovalada que se ubica al sureste del Juego de Pelota I, el problema con este, es que se encuentra asociado con una construcción de forma cuadrangular en cuyo interior hay un tlecuiles (fogón) que para nosotros podría corresponder con unidades habitacionales tardías contemporáneas con las mismas del Juego de Pelota II.

El tercer temazcal fue descubierto en la parte inferior de la Plataforma Adyacente. El temazcal es de forma rectangular y el área del fogón es circular. Hay una tina a largada que permite la conexión entra la parte externa con la interna.

Los muros eran de adobe con un ligero aplanado de cal. Hay otro temazcal que presenta una misma similitud descubierto en las unidades habitaciones que se encuentran en el área Administrativa y Museo Jorge R. Acosta.

En el caso de este temazcal se encuentra como una construcción aislada de los cuartos de uso habitacional. En el Boulevard Tula- Iturbe por el kilómetro 2 se descubrió otro temazcal de forma similar asociado también con construcciones de uso habitacional.

Las representaciones pictográficas de temazcales de la época prehispánica son numerosas y se encuentran en códices como “Magliabechiano”, “Tudela”, “Vaticano B”, “Borgia” y “Aubin”.

En el caso de los temazcales de forma rectangulares o cuadrangulares con fogón externo y tinas se encuentra documentados en el “Códice Tudela” (f. 62r) y Magliabecchi (f. 77v y 77r).

El ritual del baño de temazcal se entiende muy bien a través de las pictografías, una ticitl (médica), está cantando o clamando una plegaria a la vez que le entrega una bebida al enfermo, en esa misma escena, se encuentra otra persona con las manos unidas que sugiere estar rezando pues de su boca sale el mismo signo que es la vírgula de la palabra.

A través de la pictografía observamos que está a la entrada de los edificios a la diosa Tlazoltéotl, patrona de las médicas mexicas y de los temazcales o baños de vapor. El enfermo está llorando, debido a que sufre alguna enfermedad.

Hay una temazcalera que se encarga de avivar el fuego, el hornillo tiene representaciones de calor, se aprecia como hay una preparación de la combustión de leña en el hornillo, este fuego permite, además, que la cámara de baño vaya calentándose poco a poco, que cuando el fuego está listo y las piedras suficientemente calientes, se cierra el hornillo con barro o piedras, para que no se produzcan fugas de calor.

El agua se vierte sobre las piedras a alta temperatura, generándose de inmediato el vapor. Los bañistas pueden proveerse de hierbas medicinales para “hojearse”, o de tinajas de agua para refrescarse.

Hay uso de incienso de copal o resina del árbol que los españoles llamaban ‘anime’, que se usan para producir aroma y que acompañan el ritual el uso de agua y de hierba medicinal con la que se prepara la infusión para el enfermo.

El comparar los temazcales descubiertos en los monumentos arqueológicos toltecas con las representaciones en el “Códice Tudela” (f. 62r) y Magliabecchi (f. 77v y 77r), notamos una correspondencia que nos permiten señalar esa trascendencia de perdurarían a través del tiempo y el espacio.

Por lo tanto no podemos negar que la función del temazcal en espacios rituales está relacionado con ceremonias religiosas trascendentales, pero en contextos de uso habitacional su función era mas higiénica, de tratamiento postparto, y terapéutica que fueron documentados por cronistas de la época colonial como Fray Bernardino de Sahagún y posteriormente por otros como Javier Clavijero.

Hoy el uso de temazcal sigue siendo para la higiene personal cotidiana y ciertos tratamientos terapéuticos, aunque su función ceremonial no ha desaparecido por completo. El uso terapéutico es control del calor para la expulsión de toxinas internas, eliminando todas aquellas sustancias que el cuerpo considera innecesarias.

De ahí que la limpieza es interna a externa. El calor no sólo reactiva el torrente sanguíneo, sino que, al comportarse como vasodilatador, actúa como calmante, disminuyendo la rigidez articular y muscular.