Por: Orlando León Méndez*

Cuando intentamos definir masculinidad, por propiedad recurrimos a la Real Academia de la Española (RAE); sin embargo, esta misma nos remite solamente a una redundancia, tal es: cualidad de masculino, lo que no nos afronta una respuesta, hasta que, al buscar “masculino”, termina siendo una definición meramente de género, todo lo relativo al varón, destacando sus cualidades físicas.

Mi Madre me hizo entender desde muy joven que las labores de la casa como lavar platos, barrer, trapear, planchar mi ropa, las tenía que aprender, porque tal vez al casarme, o irme de casa a estudiar, tendría que emplearlas.

Y así fue, comparto las enseñanzas de mi progenitora al haber aprendido labores, que de acuerdo con la idea sociológica llamada “división del trabajo”, eran propias de la mujer, ahora yo las realizo por mi cuenta.

Recuerdo bien haber crecido viendo y recordando el ya legendario Cine de Oro mexicano. Personajes icónicos como Jorge Negrete, Pedro Infante, Antonio Aguilar, la dinastía Soler, siempre solían ser fuertes referentes de lo que representaba o tenía que ser la virilidad y masculinidad del hombre en las familias de los mexicanos.

Características como bravío, fuertes de temperamento, mujeriegos, y siempre con una botella de tequila, connotaba su prototipo más idóneo de ser macho, varón y muy masculino, el hombre de la casa. Sin embargo, esta generación ya había vivido su época para cuando yo nací.

Llegan la década de los noventa y el nuevo milenio, cargados de tremenda revolución, “la globalización”, y en medio grandes cambios económicos, políticos, sociales, tecnológicos, pero, sobre todo, culturales e ideológicos.

Aquí crecí yo, con nuevas ideas, con más libertades, con más opiniones que llegaban a ordenar nuestros derechos y obligaciones, pero no sólo los nuestros, sino también los de ellas.

En el México de ahora, que permite no juzgar la virilidad del hombre por su carrera de bailarín clásico, como Isaac Hernández, considerado el mejor del mundo.

No juzgar la “hombría” o la “masculinidad” por su elección de entrar al mundo de la industria de la moda mediante una gran innovación con Desserto, que es el nombre de esta compañía creada por los inventores mexicanos Adrián López y Marte Cazarez, quienes han desarrollado el primer cuero orgánico 100% de nopal, una alternativa elegante y ecológica al cuero.

Sin dejar de mencionar la entrada fuerte del varón al mundo culinario y reconocido de la gastronomía mexicana e internacional.

Esta es la nueva tendencia de la masculinidad, hombres propios ejerciendo todas sus capacidades y demostrando que el género no quita el éxito.

Jamás estaré más orgulloso de que en casa fui educado a que todos tengamos los roles compartidos.

Es correcto que la biología es distinta entre hombre y mujer. Y es en esa dualidad que nos enriquece al mirarnos el uno al otro y admirar lo que cada género es capaz de realizar, con independencia del otro.

Ser hombre es algo más que ser masculino, pues conlleva haber nacido de un útero femenino dándonos también una manera de explicarnos en nueve meses aquello que ya no recordamos, y es lo que ellas sienten, piensan, gustan, anhelan.

Aportemos pues nuestro género al de ellas, nuestra forma masculina que nos enseña que cumplimos una misión, además de biológica, que es la de salvaguardar nuestra especie, con el fin de evolucionar en ideas, valores, y formas de pensamientos a favor de la sociedad, sin acentuar de formas exageradas o exacerbadas nuestra masculinidad.

Seamos hombres y seamos capaces de transformar cualquier idea falsa en el pasado.

*Es Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Asesor Político. Catedrático de nivel Medio Superior y Superior. Actualmente Director Académico de Centro Universitario Allende.