EL PRI TIENE UN PROBLEMA EN TULA
La popular expresión “de todos no se hace uno” muy bien podría ser aplicada a la muy amplia familia priísta en Tula.
Considerado entre los 55 municipios que renovarán su comité municipal, la principal fuerza político partidista del segundo o tercer municipio más importante de la entidad se halla en una encrucijada.
Tradicionalmente, los líderes de las corrientes internas de ese partido se sientan a analizar perfiles y deciden a quien impulsar, ya sea en una asamblea aparentemente democrática o mediante uno de los recursos que permiten sus estatutos.
Y casi siempre ha habido varios tiradores con cierto peso específico, la baraja es amplia y suele ganar quien más respaldo sume entre las “vacas sagradas” del priísmo local.
Sólo que esta vez, los dirigentes que ya se han ido para ocupar otras posiciones dentro del sistema político, Ismael Gadoth Tapia Benítez y Octavio Magaña Soto, han dejado la vara muy alta a los aspirantes para sucederlos formalmente en la dirigencia partidista.
Resulta que, luego de muchos esfuerzos por encontrar a un representante, no del “nuevo PRI” sino del “ahora sí nuevo, nuevo PRI”, únicamente hay dos finalistas reales: Eduardo Cardoza Hernández y Helmer Becerra Cerón.
Pero ambos despiertan reservas y suspicacias entre los decisores, ninguno de los “perros grandes” se la quiere jugar con uno o con el otro, pues lo que con ellos ocurra o haya ocurrido será con cargo a sus cuentas.
En ese sentido, la pregunta que se hacen los priístas no es “¿Quién de ellos ganaría una elección interna?”, sino “¿Quién tiene la bendición del diputado federal Fernando Moctezuma Pereda (que es sobre quien pesa la mayor parte de esta definición)? Y, más aún, ¿Está el legislador federal en posición de ganar esta jugada?
¿Les importa este asunto a Noé Paredes Salazar o a Noé Paredes Meza?
No falta mucho para saber.