Ser hombre significa tener apertura, flexibilidad y sentido de la realidad. Nuestra generación representa una ruptura con las masculinidades impuestas en décadas pasadas.
No confundamos el machismo con el género masculino; nuestro compromiso social debería ser vehículo de inclusión y paridad.
Haciendo un recuento, mi vida ha sido principalmente influida por diversas mujeres; desde la mayoría de la instituciones en las que convivo: familia, trabajo, iglesia, escuela (de hecho las principales en las que nosotros, como mexicanos, transitamos).
Lo que he aprendido de todas esas mujeres —y a las cuales les agradezco— son algunos puntos que son pilares en mi rol social y personal, mi masculinidad:
- Hechos (no palabras). Ser constante, no maquillar tanto las ideas, ser concreto y pragmático. El machismo, inconscientemente, nos somete al orgullo y, por ende, a querer a hablar de más.
- Institucionalidad, basada en el respeto en las sedes donde interactuamos y las autoridades encargadas de tomar las decisiones en estas. El ser hombre significa también «hacerse a un lado» y no caer en los protagonismos. Espectáculos, muy arraigados en nuestra sociedad, como el fútbol soccer, nos han influido por años en roles donde el hombre debe de ser «figura rectora y fuerte», etiqueta que ya no es vigente en nuestra actualidad.
- Conocer nuestras fortalezas y debilidades: reflexionar que «la hombría» no se somete a la capacidad de ocultar nuestros sentimientos; ser hombre no nos hace superiores.
En mi realidad —desde la docencia y mi trabajo dentro del ámbito de la divulgación— he fijado más mi papel, dentro del tema del liderazgo, a fomentarlo en los demás; más que considerar si yo soy uno.
La vida me ha enseñado que es mejor ser un agente que siembra el ánimo a que las y los demás desarrollen su potencial.
El hombre, el sexo masculino, y más en esta actualidad de incertidumbre, debe de ser más afinado en aprender de todos los liderazgos a los que estamos expuestos: seguirlos y aprender de sus errores.
Tener empatía, saber escuchar, pensar con los otros más que pensar por los otros.