Por: Bertha Cecilia Pérez Palmeros*
Si yo hablo de un libro lo primero que viene a mi mente es una escena, un recuerdo de un texto acompañada de sonido y movimiento, que es la imaginación. Recuerdo claramente que el primer libro que leí (no que me leyeran, a la edad de 5 años) y ese fue “El Principito”, la obra de Antoine de Saint-Exupéry que cambió el rumbo del arte y de alguna manera.
El libro, que se publicó el 6 de abril de 1943, hace 73 años, ha sido traducido a 250 idiomas y dialectos, además de ser uno de los más vendidos de todos los tiempos. A decir de mi padre es un libro que reúne en lo sencillo de la escritura una compleja, pero entendible, reflexión sobre la vida y las personas.
Quizás fue eso lo que lo impulsó a motivarme a leerlo por mí misma. Este libro está cargado de frases para el recuerdo y que pasan a formar parte de esas citas célebres que nos acompañan con el paso del tiempo.
Las palabras son quizá insuficientes para describir la influencia de El principito en nuestra percepción del mundo. En abril de 1943, la historia ideada por el autor francés Antoine de Saint-Exupéry se publica por primera vez en Nueva York, en francés e inglés de forma simultánea.
Recuerdo que la frase que en ese momento “tocó” mi corazón y despertó mi pasión por la lectura fue: «Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos», que ese momento me cuestioné mucho y no entendía por qué en línea recta no llegaríamos lejos, así que decidí preguntarle a la mujer más sabia que conocía: mi madre.
Su respuesta fue tan obvia (para ella): “Es importante equivocarse, tomar caminos inesperados y asumir riesgos en el camino de la vida”, por lo que solo asumí no tendría que leer tan literal, que tenía que imaginarme lo que sucedía en el libro.
Ahora todos hemos oído hablar de este libro, o nos lo han pedido en resumen en secundaria, no perdamos de vista que se trata de un pequeño príncipe se enfrenta muy a su pesar al mundo de los adultos y procura entender su comportamiento tras varios encuentros casuales. Seguimos, capítulo tras capítulo, sus aventuras y manera única de percibir lo que lo rodea, en un mundo imaginario que no es más, en realidad, que un reflejo del nuestro.
Este proceso de transformación nos lleva inevitablemente a reflexionar sobre nuestra propia condición. Amor, amistad, valentía, soledad, egoísmo… Numerosos conceptos básicos son analizados a través de metáforas y alegorías que nos llegan al alma. La inocencia y la sabiduría se mezclan y nos conciencian de los conflictos internos que nos asaltan a diario.
Actualmente nos hemos vuelto demasiado intolerantes y muy ligeros para juzgar, y aquí queda la frase de: «Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio«.
*Directora General del Centro Empresarial y Capacitación Integral
C. E. C. I.