No sólo parejas científicas, si no padres admirables

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Susana Guadalupe Villeda Olvera

Ingeniero en Biotecnología/Biotecnología Ambiental UPP

“El hombre nunca sabe de lo que es capaz, hasta que lo intenta”. Dickens

Dicen que dos cabezas piensan mejor que una y esta idea también aplica para la ciencia.

Una buena relación de pareja no es aquella que nunca tiene problemas, si no la que sabe manejar sus conflictos y permite que estos surjan, buscando soluciones favorables.

 

La relación de pareja puede ser una de las más importantes en nuestra vida: hay alguien que nos ayuda a crecer y está con nosotros, en muchos de nuestros mejores y peores momentos.

La comunicación en la pareja determina, no sólo la calidad de la relación, sino que también significa intercambiar mensajes con otra persona o personas, con la intención de conectarnos con ellas y compartir alguna idea, valor, emoción, meta.

¿Cómo pueden vivir y convivir, amarse y apoyarse, las parejas de científicos?

Hay parejas de científicos que se han convertido en figuras claves a través de la historia gracias a las aportaciones, teorías y descubrimientos que llevaron a cabo en áreas como Química y Medicina.

Te presentamos dos historias en las que la ciencia y el amor se conjugan.

Los Curie

Manya Sklodowska, conocida como Marie Curie, nació en Varsovia el 7 de noviembre de 1867. Era la menor de los cinco hijos de un matrimonio dedicado a la docencia.

En 1893 consiguió la licenciatura en ciencias físicas y en 1894, se licenció en matemáticas.

En abril de 1894 Marie, conoció a Pierre Curie, nacido en París el 15 de mayo de 1859; Pierre era el segundo hijo de un médico humanista.

En 1882 Pierre fue nombrado jefe de laboratorio de la Escuela Municipal de Física y Química donde emprendió la redacción de una tesis doctoral sobre las propiedades magnéticas de diversas sustancias en función de la temperatura (1895).

Marie, por su parte, asistió a la lectura de la tesis y quedó impresionada, se enamoró de él y finalmente se casaron el 26 de julio de ese año; en 1897 y 1904  nacieron  sus hija Irene y Eva.

El director de Pierre Curie aceptó que Marie habilitase como laboratorio una dependencia de la Escuela Municipal de Física y Química que servía de depósito y sala de máquinas.

Allí inició Marie Curie sus investigaciones, utilizando el electrómetro inventado por Pierre y su hermano para medir la intensidad de la corriente provocada por los diversos compuestos del uranio y del torio.

Desde el punto de vista científico, éste fue su descubrimiento más importante, pues demostraba que la radiación no podía proceder más que del átomo propiamente dicho, con independencia de cualquier sustancia añadida o de una reacción química.

Con la ayuda mutua los Curie,  procedieron  a tratar químicamente la pecblenda (mineral de uranio) hasta obtener un producto que resultó trescientas treinta veces más activo que este mismo.

En julio de 1898 el matrimonio comunicó sus resultados a la Academia de las Ciencias proponiendo el nombre de «polonio» para el nuevo elemento, utilizando por vez primera el término «radiactivo»

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Su actividad docente les robaba tiempo; sin embargo, todos sus conocimientos se los trasmitían a sus hijas, quienes después de igual manera que sus padres, seguirían el mismo camino de la ciencia.

Los Cori

Gertrude Theresa Cori nació a fines del siglo XIX en Praga. A temprana edad, motivada por sus padres, decidió estudiar medicina en la reconocida Universidad de Praga.

Durante su estancia en la casa de altos estudios conoció a Carl Cori, quién más tarde sería su esposo y compañero científico.

Luego de una estancia en Viena y acosados por un contexto poco favorable para el desarrollo científico, los Cori deciden mudarse a Estados Unidos.

Así fue como, a mediados de la década del 20, el matrimonio llegó a Nueva York y comenzó a trabajar en el Instituto Estatal para el Estudio de Enfermedades Malignas.

Dentro de esta institución realizaron investigaciones sobre el metabolismo de los carbohidratos (constituyen la fuente energética más importante del organismo)

En 1947 el matrimonio Cori, recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina. El galardón fue otorgado por su descubrimiento del proceso de la conversión catalítica del glucógeno (sustancia que se encuentra en abundancia en el hígado  y músculos  que puede transformarse en glucosa).

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El descubrimiento de los Cori permitió explicar cómo las células se alimentan y transforman la energía, explicando así la conversión catalítica del glucógeno.

Sus aportes fueron cruciales para el desarrollo de los tratamientos para la diabetes y ocupan un lugar trascendental en el desarrollo de las Ciencias y en 1936, nació su único hijo Carl Thomas.

Dos familias brillantes, que lograron sus objetivos siempre dedicados a la ciencia, dos parejas brillantes.

Tanto Pierre Curie como Carl Cori fueron unos padres excepcionales, ser papá es jugar en la vida el papel de rey, no de un reino; sino del amor, la comprensión y la razón.

Estos padres concibieron vidas que acompañaron  y dieron seguridad ofreciendo siempre  una mano firme a sus hijos.

Ser padre es una gran bendición, se honra con ello la paternidad  y la influencia del hombre en la vida de sus hijos.