SER HOMBRE EN MEXICO, HOY

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Por: Mons. Juan Pedro Juárez Meléndez. Obispo de Tula

A lo primero, “ser hombre”, no es nada fácil dar una respuesta que pueda englobar lo que es el hombre.

Filósofos de todos los tiempos y otros muchos estudiosos en los diferentes campos del saber han tratado de responder a este gran misterio: ¿qué es el hombre?

Algunos lo han hecho con más profundidad y otros de manera periférica. Unos y otros aportan algo de verdad sobre este fascinante tema.

El conocido autor clásico ruso Antón Pavlovich Chéjov manifestó a través de los labios de uno de los héroes de su famosa obra “Tio Vania”: “En el hombre todo debe ser hermoso: el rostro, la ropa, el alma y el pensamiento”.

¿Qué es el Hombre? Pregunta que ha acompañado a los hombres desde los comienzos de la humanidad.

Nuestra época es, sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo.

Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles antes insospechados, época de valores humanos conculcados como jamás lo fueron antes.

Es el drama del hombre amputado de una dimensión esencial de su ser—el Absoluto, la Trascendencia— y puesto así frente a la peor reducción del mismo ser. 

Ante este drama, la verdad que debemos buscar sobre el hombre es, ante todo, una verdad sobre él mismo.

Frente a tantos humanismos, frecuentemente cerrados en una visión del hombre estrictamente biológica, psíquica, económica, o de ideología de género; la constitución pastoral “Gaudium et spes” (Gozos y esperanzas) del Concilio Vaticano II, toca el fondo del problema cuando dice: «El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado» (n. 22).

La afirmación primordial de esta antropología es la del hombre como imagen de Dios, irreductible a una simple parcela de la naturaleza, o a un «elemento anónimo de la ciudad humana».

Por tanto, a la luz de esta verdad, no es el hombre un ser sometido a los procesos económicos o políticos, sino que esos procesos están ordenados al hombre y sometidos a él.

En relación a lo segundo, “ser mexicano, hoy”, nos sitúa en un tiempo y un espacio bien determinados.

Somos mexicanos por nacimiento, o por naturalización. Como tales, tenemos rasgos fisicos, psíquicos, espirituales y  culturales expresados de mil maneras en nuestros usos y costumbres y en la manera de cómo entendemos la vida personal y social.

Desde “la vida no vale nada” ó “pero sigo siendo el rey”, como dicen las canciónes, hasta lo que el Papa Juan Pablo II, en su primera visita a México en Enero de 1979 decía: México sabe bailar, México sabe rezar, sabe cantar, ¡pero más que todo sabe gritar! El mismo Papa en otra de sus visitas se declaró mexicano.

El Papa Francisco, en Febrero de 2016 también visitó México, y en su viaje expresaba a los periodistas como prólogo de su visita: “¿Qué voy a buscar a México? Yo voy a México no como un Rey Mago cargado de cosas para llevar, mensajes, ideas, soluciones a problemas… Voy a buscar en el pueblo mexicano, que me den algo…voy a buscar contagiarme de la riqueza de su fe”.

Y en la Villa de Guadalupe  decía: “Ninguna otra voz me puede hablar tan profundamente del corazón mexicano como me puede hablar la Virgen”.

Todo esto en su conjunto nos da una idea de lo que podríamos llamar la identidad del Mexicano, con todas sus virtudes y limitaciones, con sus fortalezas y debilidades.

De todo esto nos surgen algunas preguntas: ¿quien es el mexicano hoy?, ¿cómo queremos ser? Y, por tanto, ¿qué México deseamos construir?

La respuesta está en el aire, pero sobre todo en nuestras manos. Después de la crisis causada por la pandemia que estamos viviendo se nos presenta una oportunidad de oro: ¡deseamos tener un México más humano, más justo, solidario y en paz, progresando en lo material pero también en ser mejores seres humanos!

S.E. Mons. Juan Pedro Juárez Meléndez. IV Obispo de la Diócesis de Tula, Hidalgo, México.