20 GRANDES MOMENTOS NEGROS EN LA HISTORIA DE TULA

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Al centro, la refinería. Más arriba, la ciudad de Tula. A la izquierda, la laguna de Requena. En la parte inferior, el Arco Vial Norte. Foto: Francisco Enrique Camacho Mezquita

LA CRISIS DETRÁS DEL SILENCIO

EL SILENCIO DETRÁS DE LA CRISIS

Tula, el tercer municipio en importancia del estado de Hidalgo, vive momentos críticos derivados de acontecimientos extraordinarios que han afectado su población.

Las apariciones de Tula en el panorama nacional solo han destacado cuando se trata de hechos que, de un modo o de otro, han causado daño a la población local.

Desde el daño moral hasta el daño político, desde el daño emocional hasta el daño patrimonial.

Tula, donde no pasa nada, y -si pasa- nadie dice nada, nadie hace nada.

Estos son los veinte grandes momentos negros en la historia de Tula

  1. La fundación. Surgió como gran centro urbano tras la desestabilización de Teotihuacan. Sus primeros habitantes se establecieron en el lugar conocido como Tula Chico alrededor de 800-900 d.C., lapso en el que sucedieron movimientos migratorios de distintos grupos étnicos.
  2. La leyenda de Quetzalcóatl. Cuenta una leyenda que el rey-sacerdote Quetzalcóatl fundó la ciudad de Tula después de vengar el asesinato de su padre, y comenzó así un gran periodo de esplendor para los toltecas, ya que de la mano de su gobernante aprendieron artes e importantes doctrinas religiosas y realizaron grandes construcciones como Los Atlantes, símbolo que identifica hoy a la zona arqueológica.
  3. Crece el esplendor. Tula, junto con Teotihuacan y Tenochtitlan, fue uno de los grandes centros urbanos del Altiplano Central de Mesoamérica. La ciudad tuvo una larga vida de casi cuatro siglos en su momento de máximo apogeo (900 -1000 d. C.); de hecho, hacia el año 1000 era probablemente la ciudad más grande de Mesoamérica, con una extensión de casi 16 kilómetros cuadrados. Posteriormente se construyó el conjunto denominado Tula Grande, donde se localizan la mayoría de los edificios visitables. Hasta el 1200 d.C., esta área funcionó como centro rector de una ciudad, con alta concentración demográfica y una extensión de 16 kilómetros cuadrados. Los edificios que componen los vestigios arqueológicos de Tula solo representan el doce por ciento de lo que fue la gran ciudad.
  4. Muere el esplendor. El final de Tula ocurrió entre 1.168 y 1.178 d.C., y pudo estar motivado por una dramática destrucción del centro originada por el empuje de poblaciones chichimecas del norte de México. Se desconocen las razones de la decadencia y desintegración del estado tolteca, que tuvo lugar en el siglo XII, pero se considera que entre las causas que provocaron su declive estuvo la sobrepoblación y, por ende, la migración de sus habitantes hacia otras ciudades.
  5. La Conquista. Durante la conquista Pedro Miahuazochilt fue nombrado por la segunda audiencia de 1531 a 1536 señor de Tula contribuyendo a que esta región se evangelizara.
  6. La Independencia. En el movimiento de Independencia, los habitantes de Tula pelearon valerosamente, se dice. Su categoría municipal la adquirió el 26 de septiembre de 1871. Lleva el nombre de Miguel de Allende en honor del capitán insurgente. Ya como nación independiente, hubo tulenses que se enfrentaron contra los invasores norteamericanos y franceses.
  7. La Revolución. Tula fue escenario de algunas batallas entre carrancistas y zapatistas en el movimiento de la Revolución de 1910.
  8. La “maldición institucional”. En la era post revolucionaria, Tula fue una población muy pintoresca con un crecimiento muy discreto, hasta que entre los años 1947 y 1953 fue construida en el Valle del Mezquital del estado de Hidalgo, en los límites de los municipios de Tula de Allende y Tepetitlán la Presa Endhó, que abarca una superficie de 1260 hectáreas con una capacidad de almacenamiento de 182 millones de M3 de agua.
  9. La presa Endhó. Desde 1973 la presa Endhó recibe las aguas negras que provienen del emisor central del drenaje de la ciudad de México y del corredor industrial Cuautitlán-Tepeji-San Juan del Rio, sin tratamiento de ningún tipo, con una composición de 47 % de desechos industriales y 53 % de desechos domésticos.
  10. Industrialización, el precio del progreso. En la zona de Tula (occidente del Valle del Mezquital) se encuentra un corredor industrial donde están establecidas la Refinería “Miguel Hidalgo”, la Termoeléctrica “Francisco Pérez Ríos” de la CFE, las plantas de las dos cementeras que quedan de las tres originales (Cruz Azul, Tolteca-CEMEX, Lafarge), Clarimex, Cargill, Fud (Sigma Alimentos), entre otras, que también vierten buena parte de sus desechos hacia la presa.
  11. Los muertos del Río Tula. El 14 de enero de 1982 comenzaron a aparecer en las aguas del Río Tula cuerpos sin vida, fueron descubiertos 12 cadáveres en el emisor central, en los límites del estado de México e Hidalgo. Los cuerpos eran de 11 ciudadanos colombianos y un taxista, de nacionalidad mexicana, vecino de la colonia Morelos. Más tarde se confirmaría la especie de que el crimen múltiple lo había perpetrado la policía encabezada por Francisco Sahagún Baca, por orden del jefe de la corporación Arturo “El Negro” Durazo. Sólo ocho de los cuerpos flotantes del Río Tula fueron identificados finalmente.
  12. El infierno ambiental. La zona es la más contaminada del estado de Hidalgo y una de las más contaminadas de México y de América Latina, es objeto de una gran cantidad de análisis científicos y académicos, pero de ninguna medida concreta que atienda y remedie su problemática ambiental. Desde hace algunos años la región vive nuevas presiones empresariales y gubernamentales sobre la tierra, el agua y el deteriorado medio ambiente a partir de la construcción de la autopista Arco Norte (que comunica el puerto de Lázaro Cárdenas en el Pacífico con el puerto de Veracruz en el Golfo), y la fuerte contaminación que generan las empresas del parque industrial Atitalaquia, así como la refinería Miguel Hidalgo.
  13. “La Refi”. La construcción del complejo de Petróleos Mexicanos (PEMEX) inició en 1972, en 700 hectáreas, fue inaugurada el 18 de marzo de 1976, con una capacidad inicial de refinación de 150 mil barriles diarios y conformada por ocho plantas de procesamiento, tres plantas de fuerza y cuatro plantas de protección ambiental, entre otras áreas.
  14. Los nuevos gigantes de Tula. En la década de 2010, Pemex anunció un proceso de modernización de algunas de sus refinerías, entre ellas la Miguel Hidalgo. Inicialmente fue instalada una torre fraccionadora en la Planta de Coque, cuyos tambores de coquización fueron fabricados en Avilés, España, y transportados a territorio mexicano en 2016. Con estas adecuaciones la empresa aumentará en un 40% la producción de refinados, pasando de 150 mil barriles diarios a 220 mil. Este proceso de modernización involucraba una inversión total de 4 600 millones de dólares, pero se detuvo como efecto del escándalo de Odebrecht por corrupción. Cinco años después, ya en el gobierno actual, del presidente Andrés Manuel López Obrador, se destinó una inversión de 60 mil millones de pesos en la construcción de la planta coquizadora que permitirá la producción de 30 mil barriles diarios (mbd) de gasolina y la creación de 8 mil empleos. Esta planta se suma a la producción de las seis refinerías existentes en México, la nueva de Dos Bocas que se construye en Paraíso, Tabasco, y a la comprada de Petróleos Mexicanos (Pemex) a Shell en Texas, para abastecer los combustibles que demanda el mercado interno y dejar de importar gasolinas en 2023.
  15. Don huachicol. Con orígenes diversos que van desde la participación (adentro y afuera) de empleados de PEMEX con dominio técnico de operaciones en ductos hasta campesinos habitantes de poblaciones por donde atraviesan las tuberías, desde hace unos 35 años comenzó a gestarse la industria paralela de la extracción y venta ilegal de combustible de la red de ductos. Por décadas operaron impunemente grupos dedicados a eso, hasta que el boom del huachicol puso a grupos rivales en disputa por los territorios y todo se convirtió en una zona de guerra que ha dejado decenas de muertos con violencia extrema. Y sigue la cuenta. 
  16. La inundación del 6 de septiembre. El río Tula se desbordó en la madrugada del 6 al 7 de septiembre y provocó el colapso en la red eléctrica de un hospital del IMSS situado muy cerca de su cauce. El saldo fue de 16 pacientes fallecidos, la mayoría enfermos de covid-19 y conectados a respiradores, de un total de 54 pacientes que estaban internos en el hospital aquella noche. La crisis múltiple provocada por la inundación afectó la seguridad sanitaria porque ocurrió en días de pandemia, la seguridad física porque expuso los bienes de las personas, la economía porque arrebató en unas horas el patrimonio de vidas enteras. La población tuvo que organizarse y salir adelante sin la ayuda inmediata de las autoridades, los auxilios y apoyos llegaron cuando el máximo riesgo ya había pasado.
  17. Retraso y silencio. No fue sino hasta más de dos meses después de la tragedia, que el Gobierno reconoció en un informe interno que la inundación de la ciudad no fue causada por las lluvias locales —aunque fuertes—, sino por la descarga y escurrimientos de otros ríos, otras presas, otros desagües. En particular, el exceso llegó de los túneles que desatascan el Valle de México. El cauce del Río Tula es regulado por una cadena de presas donde desembocan los ríos El Salto, Tlautla y Rosas, y las aguas residuales de dos túneles que provienen de Ciudad de México: el Emisor Central y el Emisor Oriente. Todo confluye en el mismo lugar, lo que llevó ya en 2009 al Atlas de Riesgos de Hidalgo a considerar a Tula de Allende en peligro por inundación debido al posible desbordamiento del río que la rodea. En 2017, la Secretaría de Medio Ambiente ordenó llevar a cabo unas obras para ampliar la capacidad de carga del río, pero nunca se hicieron “por la oposición de grupos ambientalistas”. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) desempolvó el proyecto e inició los trabajos de desazolve del río y de la presa, sin haber liquidado el pago de daños a los afectados de las inundaciones. Silencio.
  18. Sociedad civil, al quite. Organizaciones de la sociedad civil, que fueron las primeras en auxiliar a las personas afectadas por las inundaciones, llenaron el vacío generado por la falta del apoyo oficial en la emergencia; Noé Paredes Meza, empresario y activista escaló el tema a los medios nacionales, lo que derivó en que parcialmente se tome en cuenta a la población civil en las mesas de trabajo, pero solamente en las mesas. En medio de la post inundación fueron apareciendo apoyos, actores gubernamentales y personajes políticos oportunistas como el polémico y desacreditado regidor (ex diputado y ex alcalde) Ricardo Baptista, quien se autoproclamó vocero y mediador, y encabeza una guerra frontal contra las asociaciones civiles.
  19. Rescate y fuga del CERESO. Nueve presos escaparon la madrugada del 1 de diciembre de 2021 de la cárcel de Tula, luego de la irrupción de un comando armado en la instalación a bordo de varios vehículos amenazando a los custodios, consiguiendo así la evasión de varios internos, entre ellos José Antonio Maldonado Mejía, alias El Michoacano, cabecilla de un grupo criminal regional, y su hermano Mariano Maldonado Mejía. En la operación, el comando incendió dos vehículos en las inmediaciones del penal y un tercero frente al Hospital Regional.
  20. El “colchón-gate”. En su afán de responder a la demanda de los afectados por las inundaciones de septiembre, el gobierno municipal adquirió con al menos dos proveedores, entre ellos Expo Muebles San Lorenzo, y entregó casi mil colchones, que habían sido reconstruidos a prisa sobre desechos sucios y contaminados, lo que fue descubierto y denunciado por los beneficiarios, quienes quemaron las piezas en la explanada de la alcaldía. La autoridad determinó canjearlos por piezas nuevas; algunas voces exigieron que se sancione a la empresa que vendió los colchones podridos. Prevalece el silencio.  

Hoy, con sus 115,107 habitantes en total, y sus 26,881 habitantes en la ciudad cabecera municipal, Tula carga con la maldición de ser un territorio de nadie.

Sucesivos gobiernos, de uno y de otro nivel, han enfocado sus esfuerzos en una fórmula que les ha resultado efectiva al menos por siete y ocho décadas: meter poco y sacar mucho.

Pero también las estructuras institucionales de los tres niveles de gobierno están amenazadas.

Los esquemas de interrelación entre grupos sociales se mantienen en un nivel de incertidumbre que debería preocupar, pero el signo más relevante de esta situación es la apatía, la insensibilidad. 

Tula, donde no pasa nada, y -si pasa- nadie dice nada, nadie hace nada.