AMLO y Trump: el arte de ceder

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La política es un teatro: los gobernados son el público y los gobernantes el elenco. Desde el público se sabe que lo que sucede en el escenario es meramente actuación y los actores hacen su mejor trabajo para acercarse mediante el arte lo más posible a la realidad.

Desde esta óptica -que a muchos les cuesta comprender, pero que al hacerlo podrán ahorrarse algunos enconos estériles con quienes no piensan como ellos-, se desarrolló el reciente encuentro entre el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de México, Andrés Manuel López Obrador.

Imagine usted los adjetivos con los que cada uno de los mandatarios se han referido a su homólogo del norte o el sur -según corresponda- estando a puerta cerrada con miembros de su círculo más cercano, más íntimo. Nada tiene que ver con lo que pudimos ver en la transmisión de televisión o vía redes sociales. 

Pero lo que vimos, que se aleja mucho de lo que sienten en el corazón uno por el otro,  pero que es extraordinariamente correcto políticamente hablando, es lo que más le conviene a la colectividad, a las naciones, y por eso no sobra celebrar la altura política que pudimos observar, en una cátedra de ceder para crecer.

Y es que la relación de México y Estados Unidos va mucho más allá de la afinidad entre López y Trump; en esta ocasión, para ser precisos, a nadie se le olvidó la importancia de los 614 mil 500 millones de dólares que representó en 2019 el intercambio comercial total entre los dos países, tomando  en cuenta exportaciones e importaciones, y lo que vendrá en los siguientes años.

Frente a los pueblos, los gobiernos me mostraron serios, diplomáticos; la capacidad histriónica de los mandatarios ha sido una gran vía para transmitirnos que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) marcha por buen camino.

Trump cedió a manifestar públicamente su respeto hacia México luego del «México no es nuestro amigo” en 2015 y otros pronunciamientos y actos de poca cortesía. López Obrador cedió a la visita anteponiendo los intereses inmediatos de México por encima de su muy clavada ideología.

La capacidad para ceder de ambos representantes debería ser escuela para quienes en el terreno del hambre, los chairos y los fifís, continúan rasgándose las vestiduras sin darse cuenta aún que no vale la pena arriesgar tanto en la vida real por intentar defender posturas que solo son parte del teatro.

Más allá de los temas que no se abordaron en el encuentro, los personajes que debieron haber estado en la reunión y no estuvieron, y las omisiones diplomáticas que han señalado los más pulcros, la reciente visita del presidente mexicano a los Estados Unidos con su discurso sui gneris por delante, dejan a México en el terreno digno y fértil donde deberán nacer nuevas y mejores oportunidades para crecer.