El sistema político mexicano ha sido objeto de serios y profundos análisis.
Estudiosos de todo el mundo se han concentrado en descifrar las fórmulas que aplican quienes están en el poder en nuestro país para salir ganando.
Algunos de esos procedimientos se han convertido en auténticas leyendas urbanas.
Aquí una síntesis de los grandes mitos electorales mexicanos:
La lista de los mitos electorales es larga y fecunda.
Y es que hay hechos que, al tener la virtud de desnudar la realidad, facilitan el reconocimiento de los mitos.
- El dedazo. Se aplica principalmente al hecho de que, se dice, el Presidente de la República o los gobernadores de los estados, “señalan” simbólicamente con su dedo índice a quien será su sucesor, primero como candidato y -si gana las elecciones- después como titular del poder.
- Las encuestas. Se dice que un instrumento principal para definir candidaturas en todos los partidos políticos de nuestro país son las encuestas, todo mundo habla de ellas, y hasta algunas, las que convienen, se hacen públicas. Aunque muchos candidatos prefieren protegerse en la frase de que la verdadera y única encuesta que vale es la del día de la elección.
- Se refiere a quienes renuncian a una posición para ser candidatos a otra. Al no haber reelección fue la única vía para tener carreras políticas.
Son funcionarios que abandonan su cargo actual para “brincar” a otro o reelegirse; algunos optan por saltar a las filas de un partido distinto o convertirse en independientes. No hay límites, desde un regidor hasta un gobernador pueden chapulinear. En 2018 se ha registrado el mayor número de chapulines en toda la historia electoral de nuestro país.
- Se llama así al grupo o a la masa que concurre a los eventos partidistas de campaña para apoyar a un candidato; hay evidencias de que los interesados en llenar las plazas públicas facilitan el traslado de simpatizantes y los premian con un suculento lonche.
- Compra de votos. Se acusan entre sí los partidos y los candidatos de pagar cantidades de dinero personales a los votantes el día de la elección, exigiendo evidencia de su voto ejercido.
- Operación tamal. Se dice que se reunían en un domicilio particular, donde estaban los operadores electorales, que son las personas que llevan a votar a los ciudadanos, los invitaban a desayunar tamales e iban a casillas, a una u otra, en grupos.
- El carrusel. Cuentan que una persona con dos o más credenciales de elector falsas iba de casilla en casilla y votaba varias veces por el mismo partido.
- Fraude electoral. Se llama así a la curiosa transformación de las urnas, que -según se dice- reciben un determinado número de votos y a la hora de contar le aparecen más, en beneficio de cierto partido o de cierto candidato.
Históricamente en México ha habido la suspicacia generalizada de cómo se realizan estas adulteraciones en el proceso electoral.
Se usa que, al conocerse los resultados, los perdedores denuncien fraude electoral cuando los números no les son favorables.
- Se dice que las elecciones en México están condicionadas por el uso del dinero público y por la recolección del dinero privado de empresarios o personas que quieren influir en los resultados y que después reciben beneficios de quienes resultan triunfadores cuando están en el gobierno.
- Medios de comunicación y redes sociales. No hay un político, candidato o servidor público que no se haya pronunciado públicamente a favor de la libertad de expresión o de la libertad de prensa y que, en corto, haya maldecido y hasta condenado a por lo menos un periodista. Y el nuevo mito, desde las elecciones presidenciales mexicanas de 2012, es la sustitución del discurso político el uso de las autofotos, las selfies, para ganar simpatías.
Estos son diez grandes mitos de las elecciones mexicanas, estas a las que ya se le vino encima el mundial de futbol.