BETTY PALMEROS: TODOS LOS DÍAS, SER Y DAR TODO.

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Bertha Cecilia Pérez Palmeros es Licenciada en Arquitectura, Licenciada en Derecho, Maestra en Gestión de Proyectos, es consultora y capacitadora independiente; trabaja en la Refinería “Miguel Hidalgo” de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en Tula-Atitalaquia. Su vida, como la de millones de mexicanas, está llena de vivencias que la han hecho fuerte.

Nos comparte cómo es ser mujer, madre, profesionista y trabajadora; todo, todos los días… ¡Gente de diez!

5:00 a. m. En la alarma se escucha: “levantándome… de vuelta en la calle tomé mi tiempo, corrí mis riesgos, remonté la distancia…”

Es parte de la letra de la canción “Ojo de Tigre”, que me ha inspirado a lo largo de los años. Me levanto a hacer ejercicio, mientras pienso en la agenda del día, reuniones y proyectos por enviar. Segura estoy de que a veces somos nuestro propio enemigo.

Cuando mis hijos eran pequeños la tecnología no había avanzado tanto, maquilaba planos por las noches y los enviaba por correo.

No podía supervisar obras porque los desatendía, me castigaba a mí misma cuando al acabar el día pensaba que había dejado cosas sin terminar.

Pero he aprendido a pensar en positivo, a relajarme y pensar que mañana lo podré finalizar. “…No pierdas el control sobre tus sueños del pasado…” debemos pelear para mantenerlos vivos.

Caminaba por el centro de Tula cuando fue anunciado que el 20 de marzo sería el último día en la escuela, la SEP anunció la suspensión de clases como medida preventiva ante el COVID-19.

Escuché el amargo lamento de las madres sobre: “¿Qué voy a hacer con mis hijos 40 días?”, la frase me hizo reflexionar en el motivo principal por el que trabajo, continúo estudiando hoy (otra Maestría, después de haber concluido una segunda carrera, por un mal divorcio… eso me dio el empuje para apoyar a una asociación civil).

Este impulso son precisamente mis hijos. Yo, feliz de tenerlos en cuarentena en la casa, porque deja de ser un objeto, un sitio a donde llegar, y se convierte nuevamente en hogar.

La mejor enseñanza que me dejó mi madre, una mujer que trabajó desde su niñez y que nos dio una carrera profesional a cuatro hijos, que nos llenó de amor y de atenciones, fue el focalizar, en lo que se esté haciendo y procurar no tener interrupciones.

Sorprende ver cómo lo “urgente” puede esperar, y como podía ella lavar trastes, mientras leíamos en voz alta por 15 minutos.

Así que el dilema de escoger entre la maternidad y el trabajar o crecer profesionalmente no debiera de ser algo por lo que una mujer se tenga que conflictuar.

En ocasiones queremos llegar a todo sin renunciar a nada y ahí está el grave, gravísimo error. Siempre hemos oído en casa que lo primero es la familia, pero resulta que ahora para muchas mujeres lo primero es la vida profesional.

Puedes tener una carrera profesional o crear tu empresa, aunque ya sabemos que si tienes hijos siempre el trabajo de sus cuidados recae principalmente en las mujeres, como madres”.

Ahora hay una situación especial por la contingencia sanitaria. En este sentido las madres trabajadoras tenemos dos opciones legales para no acudir al centro de trabajo, una de ellas implica recibir, probablemente, un menor salario y un porcentaje menor.

Debido al “trabajo esencial” que desarrollamos algunas madres trabajadoras -de acuerdo con lo establecido por el gobierno- hay que acudir a trabajar de manera normal, solo que ahora agregamos precauciones de salud.

En 2012, tres años después de la contingencia sanitaria por la influenza AH1NI, el Congreso reformó la Ley Federal del Trabajo (LFT) para regular el ámbito laboral en caso de otra epidemia.

Regresando al punto de partida: ¿qué me motiva a cuidar mi salud, utilizar careta facial, desinfectante, guantes, llegar a casa y quitarme el uniforme y lavarme para poder disfrutar de la maravillosa sensación de sentirse amada? Pues… ¡mis hijos!

El gran reto es ordenar las tareas sin volverse loca. Algunas madres consiguen el equilibrio y otras se pierden en el intento, porque nos falta el ingrediente esencial: descubrir por qué ponemos la alarma para que nos despierte por la mañana, porque también con ejemplo de superación y organización educamos a nuestros hijos.

Al mismo tiempo, no olvidarnos de nosotras mismas, parte de la organización del tiempo es encontrar un rato para una misma.

Hay que hacerlo y no sentirse culpable por ello. Me gusta el yoga, pues me dedico una hora, porque si me doy tiempo para mí, les enseño a mis hijos que soy valiosa. Por breve que sea, dedícatelo.

Eso sí, reconozco que la frustración de querer avanzar más desaparece por completo cuando se me abalanza alguno de mis hijos con un abrazo y un beso.

Concluyo estas notas con el final de la canción: “…levantándome… directo a la cima tuve las agallas, conseguí la gloria, remonté la distancia…”