Hidalgo, 2018. Nueva partida, ¿baraja nueva?

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México inicia una nueva etapa en su historia nacional. Cualquiera que haya sido el pasado de los actores en este nuevo ciclo, se trata en realidad de facetas distintas a todas las mostradas con anterioridad, por todos.

Los espectros de poder en las cámaras de senadores y diputados, hoy, no tienen nada que ver con lo que fueron Morena, PAN, PRI y las chiquilladas partidistas antes del 1 de julio y antes del 1 de septiembre.

Hidalgo está en su tiempo.

Este 4 de septiembre se cumplen los primeros dos años de gestión gubernamental de Omar Fayad Meneses.

En los veinticuatro meses que ha sido mandatario sentó las bases para una nueva dirección en el rumbo institucional de la entidad.

Atento a la realidad nacional, Fayad Meneses se adelantó en su tierra con temas estratégicos y, sin saber el desenlace del proceso electoral, abrió canales para dar sentido plural y democrático a su trabajo como gobernador. Hoy tiene puertas abiertas en el concierto nacional.

Ha conseguido una sobresaliente apertura de nuevas fuentes de empleo mediante la fuerte atracción de inversiones en puntos regionales de gran relevancia, entre ellas la zona de Tula-Tepeji, donde la economía regional ha repuntado, a pesar de las adversidades que impone la feroz delincuencia.

Apuró la armonización del sistema estatal de lucha contra la corrupción, adelgazó la burocracia. Junto con el mejoramiento del sistema estatal de salud y los recursos aplicados a seguridad pública, constituyen tres de sus principales ejes emblemáticos sociales y de desarrollo.

Israel Félix y Laman Carranza son dos nombres imprescindibles.

Es inevitable leer 2018 desde la perspectiva política.

A un PRI desgastado, ahora se ve que en franco declive para esta época de viejos líderes, grupos enquistados y cierta cerrazón, supo sacarle el mejor y último provecho, antes del derrumbe del 1 de julio.

Su propia elección, la de sus compañeros diputados locales que ya se fueron y la de los presidentes municipales que lo acompañarán todavía dos años más, no fueron un día de campo.

Un grupo político en específico, el Grupo Universidad o “El Clan Sosa”, que quiere encaminarse desde hace por lo menos veinticinco años a la gubernatura, que había tenido tropiezos e inconvenientes, que se había conformado con pedazos de poder, hoy tiene mayoría en el legislativo y pretende asir la sartén por el mango.

Desde su trinchera en la estatal Universidad Autónoma de Hidalgo ha asumido como bandera principal la confrontación abierta y directa con el gobernador Omar Fayad, a costa de todos los hidalguenses.

No parece preocuparles demasiado a los dueños de esta facción la complejidad de la problemática social, la inseguridad, la descomposición de los núcleos familiares y comunitarios, los riesgos que enfrentan los sectores de la población.

Los hechos violentos protagonizados por las huestes morenistas en la sede del congreso, semanas antes del relevo formal en las curules del legislativo local, mostró la actitud bélica que estará latente alrededor de cada episodio que se va a vivir frente al Ejecutivo.

Habrá que agregar, así mismo, el tono con que vaya a desarrollarse el diálogo con los nuevos legisladores federales, ya iniciadas sus funciones hace unos días.

De seguro tardarán en acomodarse y será hasta el 1 de diciembre cuando muestre sus perfiles el nuevo gobierno, ya en su totalidad, con una mayoría que (muchos tememos) corre siempre el riesgo de volverse mexicanamente incontrolable.

Lo que todos esperamos es que 2019 sea un año bueno para Hidalgo y para México, pues las amenazas que se ciernen no distinguen colores, partidos, religiones ni estratos socioeconómicos.