PEMEX: Sabemos, pero no sabemos.

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Es muy mexicano simular la gravedad de una situación personal, de grupo u organizacional.

De la crisis cibernética generada este lunes 11 de noviembre al interior de Petróleos Mexicanos (PEMEX) se dice (pues ya emitieron un comunicado oficial), pero no se dice.

De este modo, los mexicanos andamos entre versiones: un ataque informático secuestró buena parte de las computadoras de PEMEX y los hackers piden un pago para liberar los equipos secuestrados por un ransomware, so pena de perder la información.

Entre cinco mil y diez mil de las 59 mil computadoras que hay en la petrolera están infectadas.

Narran algunos que el viernes pasado (8 de noviembre)  se realizó un operativo judicial, con personal armado, en la Dirección Corporativa de Finanzas de PEMEX. ¿Qué pasó ahí?

Mientras tanto, la producción petrolera sigue en declive: el tercer trimestre del año cayó con 6.7% menos de barriles y con pérdida financiera de 87.8 mil millones de pesos.

En la semana 27 de este año, la producción de combustibles registró 264 mil barriles de magna y premium; para la semana 42 bajó a 165 mil barriles.

En el corredor industrial de Tula-Atitalaquia, en el Estado de Hidalgo, México, opera una de las seis plantas con que cuenta el sistema nacional de refinación de Petróleos Mexicanos; en 2022 serán siete.

Al momento, las plantas industriales se mantienen a salvo, no así el sistema de facturación, que ya afectó la venta de combustibles.

Sabemos, pero no sabemos.

Aunque, pensándolo bien: ¿De qué nos serviría saber, bien a bien, lo que ocurre con este ataque y con los sistemas administrativos computarizados de PEMEX?

¿Sirvió de algo, más allá del morbo colectivo, saber detalladamente cómo fueron los hechos del Culiacanazo, incluido el nombre del general a cargo de la operación frustrada?
No mucho.