50 años: Los ecos del dos de octubre.

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Por Fernando Ávila Báez.

Medio siglo tuvo que pasar en la historia de México para que la élite adinerada perdiera el control político del país y la izquierda se hiciera del poder presidencial.

La paranoia gubernamental que impulsó los ataques criminales desde el Estado en contra de los estudiantes que demandaban libertades, es la misma que en dos ocasiones anteriores frustró el arribo del libre pensamiento democrático a la presidencia de la República.

El temor de que nuestro país se convirtiera en un territorio comunista y pusiera en riesgo las ganancias del sector privado cundió en 1968 cunde en 2018 y en esos cincuenta años ha arrojado millones de víctimas inocentes.

Los manifestantes de hace cincuenta años, médicos, trabajadores ferrocarrileros, maestros y estudiantes, estaban inspirados en el mismo principio que concretó la caída de viejo régimen: mayor apertura de las instituciones a la participación de la sociedad.

El liberalismo económico, y su posterior versión, que ganaron la partida mundial a la apuesta socialista e impusieron sus leyes mercantiles, arraigó en México, sin embargo, la cultura del atajo.

El fast track, animado por la urgencia de obtener un gran rendimiento de una inversión mínima, pasó de los temas financieros y de mercado, a los temas cotidianos.

La mercadotecnia, especialmente la publicidad, avasallaron en cinco décadas el criterio individual para someterlo a ligeros lineamientos colectivos, masivos.

El primer paso histórico fue la oferta de “partos sin dolor” y de estudiar oficios por correspondencia, hacia la década de 1970.

Enseguida vendrían:  bajar de peso, ganar dinero, cursar una profesión, ganar dinero, terapia breve, ganar dinero, servicio exprés, ganar dinero, comida rápida, ganar dinero, cremación de cadáveres, ganar dinero.

El acelerado crecimiento demográfico, la concentración de los capitales en una minoría, la escasez de oportunidades para el empleo (la misma que ha generado millones de artificiales emprendedores), fueron ingredientes flamables que se acumularon por cincuenta años.

De esta manera, la urgencia de los desempleados por conseguir dinero fácil (cosa reservada antes sólo a los políticos y a los policías), la “democratización” de productos violentos difundidos por los medios de comunicación de masas, crearon una nueva generación de delincuentes.

El crimen organizado y las recientes modalidades que han diversificado su influencia en robos, secuestros, tráfico de drogas, trata de personas, mercado negro de órganos, tráfico de especies animales en extinción, robo y comercialización de combustible, también son secuelas del 68.

La realidad hoy es que la minoría desplazada en las elecciones del domingo 1 de julio de 2018 se está despidiendo con medidas que merecerán un serio estudio histórico, en particular las que evidencias un manejo político del sistema de justicia.

Solamente en México apenas y se aplicaron ridículas sanciones menores por el asunto de la corrupción a funcionarios de Petróleos Mexicanos por parte de la pretrolera brasileña Odebrecht, un escándalo que llevó a la cárcel a ex mandatarios y ex funcionarios de primer nivel en media docena de países latinoamericanos.

Del dos de octubre al uno de diciembre de 2018, el viejo régimen dará todavía mucho que decir, porque todavía tendrá mucho qué hacer en la que parece ser su prioridad: la exoneración de sus actores implicados, desde Gustavo Díaz Ordaz hasta Cuauhtémoc de la Torre, hasta Jaime Allende González.

Las instituciones educativas, en donde se anida el pensamiento verdaderamente revolucionario, han sido exhibidas como nidos de corrupción e instrumentos del delito.

Hoy se habla de la reapertura de la antigua Normal de El Mexe, en Hidalgo, pero no se dice nada sobre el delincuente que desde la rectoría de la universidad que hoy es, se prestó a La Estafa Maestra “perdiendo” casi doscientos millones de pesos.

A cincuenta años del 2 de octubre de 1968, México vira a la izquierda, su gobierno comenzará sometido a las reglas del mercado: ya dieron a luz una versión reseteada del tratado trilateral de libre comercio con Estados Unidos y Canadá.