ASÍ ERA SER UN HOMBRE ENTRE LOS MEXICA

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Por: Luis Manuel Gamboa Cabezas

Instituto Nacional de Antropología e Historia

El mexicano posmoderno busca recuperar su identidad con las culturas prehispánicas y reclama su descendencia nacionalista.

En la realidad, esto surge con la Independencia, cuando el 16 de septiembre de 1810, en Dolores, Guanajuato, el cura Hidalgo, comienza la campaña de la contienda armada por la emancipación que concluiría con la firma de los Tratados de Córdoba y el posterior arribo del Ejército Trigarante a la capital del país, un 27, también de septiembre, pero de 1821. Es cuando nace México y comienza a gestarse una nacionalidad de la mezcla de culturas que es el resultado del mestizaje.

En este proceso de tener una identidad, fue necesario resaltar en el discurso que los grupos indígenas y sus antecesores (que se evidencian a través de los monumentos arqueológicos que formaban parte de Mexico, negados por los intereses de los colonialistas), ahora se deben reconocer, estudiar, conservar y divulgar a la nueva política nacional.

Hoy en diversos estados han tratado de conservar esta identidad a través de los Pueblos Mágicos, donde se conservan templos, iglesias, edificios públicos y otros que forman parte de un pasado de transición entre el fin de la cultura prehispánica y el surgimiento del México Independiente. 

En este proceso, después de la independencia quedó muy arraigado el daño que presuntamente hicieron los españoles colonialistas, cuyos descendientes siguen siendo parte de un odio racista y de la incomprensión.

El constructor de identidad mexicana posmoderna, retoma sus raíces de estos acontecimientos que se suscitaron en la Independencia, Colonia y Época Prehispánica.

En esta última, se retoman crónicas, textos y códices que son alusivos de cómo eran los antiguos mexicanos que en la realidad no corresponden con el estereotipo que se les adjudica en nuestros días, ya que en ocasiones en el imaginario suelen ser representados como atletas griegos y bien parecidos.

El concepto de “imaginario”, ha sido constantemente utilizado en las ciencias sociales por lo que es difícil definirlo, pero podríamos decir que es un conjunto de imágenes mentales que se construyen independientes a los criterios científicos de verdad y se producen en una sociedad a partir de herencias que funciona de diversas maneras en una época determinada y que se transforman.

Esto nos lleva a proponer que no podemos hablar de una identidad mexicana en época prehispánica como si fuera el antecedente de la modernidad o posmodernidad.

No podemos negar que el término “mexica” nace desde la época prehispánica, específicamente en el año calendárico 2 Calli, en Gregoriano 1325 d.C., cuando comenzó la historia de un pueblo que se hacía llamar azteca, de origen chichimeca, que debido a la fundación de su gran ciudad de nombre Mexico-Tenochtitlan, cambia su nombre a “mexicatl”.

El término “mexicatl”, se compone de dos términos que es metl, por el maguey, y de citli, por la liebre, y que debería de ser escuchado como “mecitli”.

Se creía que esta palabra pertenecía mitológicamente a un gobernante azteca, que había nacido en un maguey, que después la palabra se corrompe sustituyéndose la “c” por la “x”, de donde surge “mexicatl”.

Los aztecas al fundar su ciudad toman la decisión de llamarse “mexicatl”, después vuelve a cambiar a mexicas o mecicas, renuncia a sus raíces chichimecas y se adjudica una historia que es originaria de los toltecas.

Con la Independencia, como una forma de reivindicar a las culturas prehispánicas se resalta que somos el pueblo de mexicanos, así que se toma para hablar de una nueva nacionalidad que corresponde al territorio México.

La reflexión sobre este contexto histórico nos lleva, ahora sí, a preguntarnos cuál es el rol que tenía el hombre en la cultura mexica que estaba vinculado a ritual donde se leía libros, con las creencias de los nahuas, para introducir al niño a las costumbres del pueblo.

Se resaltaba la mitología enfocándose a la caracterización de los dioses relacionados como masculinos que eran vinculados con la fertilidad al ser concebidos por la sociedad mexica como creadores y protectores de la reproducción biológica y por ende social.

El hombre educado como mexica, debía mantener la estructura social jerárquica, que era la misma que los dioses.

En este orden dos eran las estructuras utilizadas: la guerra y la ideología. No había un interés por la desnudez, el acto sexual y las prácticas sexuales que estaban limitadas ya que no se centraban en la procreación, esto era lo que en la realidad permitía la reproducción de estructura de poder.

A mayor población mexica, más fuerza de trabajo y tributación para los templos donde se adoraban dioses de la guerra y de los mantenimientos.

Los dioses masculinos para los mexicas se asocian con el cielo, el sol, la vida, la energía positiva, el fuego, la luz, el día, y lo caliente.

Los dioses mexicas hombres que podemos mencionar según su jerarquía tenemos: Huitzilopochtli, Quetzalcoatl, Tlaloc, Xolotl, Xipe Totec, Mictlantecuhtli, Xochipilli y Tezcatlipoca

Los mexicas de sexo masculino, no podían mostrar emociones y afectos inherentes al ser humano como el amor, el odio, el placer y el deseo.

Las normas estaban dictadas desde su nacimiento, había códigos y rituales que no podían ser cambiados, en todo caso otras culturas contemporáneas tenían que incorporarse al mismo sistema, ya que sus ilusiones eran ser considerados como descendientes del pueblo del sol. 

Entre estos rituales se encontraba que, al nacer, eran visitados por los sacerdotes quienes le leían su futuro a través del tonopalhualli; después se le realizaba una ceremonia de bautizo, llamada huehuetlatolli, que consistía en invitar familias y amigos para emborracharse y comer.

La primera infancia giraba en torno a conocer las ideas filosóficas, morales, usos- costumbre y ceremonias relacionados con el ciclo de generación, nacimiento y educación de los antiguos mexicanos.

Después, de niño a joven se integraba a un señor que era llamado telpochtlatoque, al que se le integraban 400 hombres para ser instruidos en el arte de la guerra y ser educados en el Telpochcalli.

El joven, cuando era adulto, sus padres podrían influir para casarse, le pedían al hijo que solicitara el permiso del telpochtlatoque, se ofrecía alimento y bebida, al finalizar se les entregaba un hacha con la que renunciaba volver a seguirlos y dedicarse más a la vida doméstica que había escogido con la doncella que se casaría.

El matrimonio traía nuevas responsabilidades, en este caso se comparaba con el trabajo y fatiga de la carga de un tameme al llevar por los caminos sobre su espalda chilli, sal, salitre y peces.

En este proceso de crecimiento del hombre educado como mexica implicaba un equilibrio con lo femenino, que es con lo que se complementa, se creía en una dualidad donde cualquier transgresión de las funciones que cumplía cada ámbito hacía peligrar la totalidad del sistema, así que no había una posición de superioridad ante la mujer, en todo caso es la búsqueda de esa armonía.






Hay oficios en época prehispánica que solo eran para los hombres como un astrónomo, sacerdote, maestro o comerciante.

En los mexicas ser hombre implicaba estar relacionado con el cielo, el sol, la vida, la energía positiva, el fuego, la luz, el día, y lo caliente; mientras que lo femenino se asociaba con la tierra-inframundo, la luna, la muerte, la energía negativa, el viento, la noche y lo frío.