Se cumplen 109 años de uno de los movimientos sociales armados más importantes en la historia mundial: la Revolución Mexicana (que, por cierto, arrojó casi dos millones de muertos).
Los hechos que se fueron sucediendo a principios del siglo veinte derivaron en que, por la necesidad del natural acoplamiento del país a la realidad mundial, se crearan un sistema político y uno económico, orientados a favorecer cada vez más a los capitales que a las personas.
Pasaron ya los tiempos de la polarización entre un bloque capitalista y uno socialista, ya quedó claro que en ambas formas de gobierno hubo retrasos en el desarrollo de los países, injusticias en el reparto de las ganancias, pequeños grupos con grandes beneficios, corrupción y otras enfermedades del poder.
Hoy, México está frente a la oportunidad de reivindicar a las figuras y a las causas que por ese motivo se fueron perdiendo, héroes verdaderos que fueron cediendo su lugar a héroes “a modo”, según el gobierno en turno.
Entre todos ellos, digno es de recordarse el gran perfil del artillero hidalguense, originario de Zacualtipán, Felipe Ángeles, héroe popular destacó en el arte militar como ninguno al colaborar con Francisco Villa y quien muriera fusilado precisamente un 26 de noviembre de 1919 en Chihuahua.
La Revolución Mexicana vive hoy la oportunidad de que se le devuelva al pueblo mexicano, porque es del pueblo mexicano, más que de los políticos que se la apropiaron, la exprimieron como producto ideológico y dejaron una parte olvidada, esparcida por estos mismos campos donde lamentablemente hoy, aunque por otras razones, se siguen sembrando cadáveres.
