QUÉDATE EN CASA Y APRENDE SOBRE LAS ENFERMEDADES EMOCIONALES
Los pronósticos para la recuperación de la que llamábamos “normalidad” no es tan alentador como desearíamos, por el momento.
Las autoridades sanitarias que dan cuenta diaria de los avances de la pandemia de COVID19 sugieren que en mayo-junio se registrarían los picos máximos de contagio y en algunos lugares, como el estado de Hidalgo, el proceso tardará un poco más en cumplir su ciclo, por lo que habrá que prolongar la permanencia en casa.
Esta situación permite aprender de nosotros mismos, de nuestra familia y de nuestros semejantes.
Y en esta especie de prueba que la vida nos ha puesto en el camino, también tenemos la oportunidad de aprender sobre algunos temas que nos interesan y que se relacionan con los procesos que vivimos ahora.
En el convulsionado mundo que nos ha tocado vivir, ahora que la línea entre generaciones parece haberse desdibujado, parece que la vida está en peligro.
No solamente por los graves riesgos que desequilibran la paz comunitaria y que amenazan al núcleo familiar, sino porque la salud física y mental de las personas está amenazada.
Junto con la cada vez más escandalosa cifra de enfermedades físicas, que cobran día a día millones de vidas en México, se han desarrollado malestares de la mente, que en conjunto conocemos como enfermedades emocionales.
El término de trastornos mentales o emocionales, incluye una gran gama de condiciones que afectan sustancialmente la capacidad de las personas para manejar las demandas de nuestra vida diaria.
Todos en alguna medida estamos sujetos a preocuparnos por nosotros y por nuestros seres queridos; también es normal el disgustarse por algún incidente; reacciones que van, vienen y desaparecen por un tiempo.
Sin embargo, hay disgustos que no se van y se quedan por largo tiempo en nuestro organismo afectando nuestros sentimientos, pensamientos y nuestro comportamiento; convirtiéndose en una enfermedad emocional.
Los comportamientos que conducen a las enfermedades emocionales son:
Agresividad: El individuo está siempre listo para discutir y reñir a la menor excusa.
Depresión: la persona pasa el tiempo prolongado pensando que nada vale la pena.
Preocupación Exagerada: es una aflicción o angustia continúa sin motivo aparente.
Sospecha y Desconfianza: es un sentimiento de amargura pensando que el mundo está lleno de maldad y de gente con intenciones malévolas.
Egoísmo y Avaricia: la falta de consideración para con los demás.
Incapacidad y Dependencia: Deseo de dejar a las demás personas con las responsabilidades nuestras.
Pobre Control Emocional: Explosiones de llanto o de risa, sin aparente causa y en momentos inapropiados.
Fantaseando despierto: Pasando una buena parte del tiempo imaginándonos como podrían estar las cosas en vez de como están.
Hipocondría: Preocuparse por enfermedades inexistentes e imaginarse síntomas de alguna enfermedad grave.
Una vez que nos enfermamos emocionalmente, con el tiempo esas emociones extenderán a ser manifestadas físicamente, perjudicando alguna pieza de nuestro cuerpo, siendo el estómago el primer receptor de esta enfermedad.
El insomnio, los trastornos cardíacos, digestivos, contracturas musculares, irritabilidad, afecciones cutáneas y hasta disfunciones sexuales son aviso y tránsito hacia la zona de peligro.
El riesgo consiste en la presión a la que nos encontramos sometidos. Las costumbres alimenticias, la calidad del sueño baja. Esto daña nuestros órganos internos dando pie a enfermedades graves.
De tal forma que afecta el modo de comunicación tornándose agresiva y conflictiva, tanto con amigos como con la pareja. El rendimiento en trabajo y estudios baja a niveles inaceptables.
Es importantísimo combatir firmemente estas enfermedades emocionales puesto que vivimos en tiempos en que las presiones diarias cambian nuestro estilo de vida con frecuencia.
Estos cambios nos producen ansiedad y debemos combatir esta ansiedad para no caer en el patrón de preocuparnos y disgustarnos de una manera crónica pues eso nos conduciría directamente a sufrir de una enfermedad emocional.
Ahora que ya lo sabe, la próxima vez que se vea ante un problema de difícil solución, antes de angustiarse, antes de desesperarse, en verdad, piénselo. Piénselo dos veces.