¿Una guerrera tolteca en México Tenochtitlan?

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En el México antiguo poco se ha mencionado el papel que tuvo la mujer en el acto de la guerra; esto se debe, en parte, a la poca información que se tiene del tema como las crónicas y los pocos códices prehispánicos que sobreviven actualmente.

 

Gracias a la arqueología tenemos nuevas evidencias que dan credibilidad a que existieron mujeres guerreras en las sociedades precolombinas. Ejemplo de ello es una escultura mexica con la representación de una mujer guerrera con atributos toltecas.

Los mexicas, una de las culturas más poderosas e importantes del periodo Posclásico Tardío (1250 a 1521 d.C.) en Mesoamérica, se sentían herederos de un pasado grandioso.

Es por ello que peregrinaban a las antiguas ciudades de Teotihuacan y Tula para poder honrar a sus dioses, realizar rituales en sus antiguos templos y sobre todo, copiar el estilo arquitectónico de las antiguas ciudades y poder trasladar diversos objetos que encontraban en los antiguos edificios; estos últimos los depositaban al centro ceremonial de México Tenochtitlán para colocarlos como ofrendas en los diversos templos del área (Solis 2004).

A los pies del Templo Mayor, el edificio más importante de los mexicas, considerado como el centro del mundo, se encontraban diversos altares, uno de estos era de planta cuadrangular y en la parte superior se colocaron cinco esculturas de andesita con la representación de guerreros con atributos toltecas, cada uno colocado en una esquina  del altar y el quinto en la parte central, tal vez representando un quincunce, es decir, la representación de los cuatro rumbos y el centro de la tierra (Solis 1991).

 

Hallazgo

 

El hallazgo de la escultura de la guerrera y sus cuatro compañeros fueron encontrados en los años cuarenta del siglo XX en la Calle República de Guatemala no.12, este lugar es conocido como el “Pasaje Catedral”, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

El descubrimiento se realizó debido a las nuevas construcciones que se realizaron en la antigua calle de Guatemala. Las cinco esculturas fueron recuperadas por rescate arqueológico (Solis 1991).

Descripción

La escultura de la mujer guerrera (Figura 1) está elaborada en roca andesita, que proviene muy posiblemente de la Sierra de Guadalupe, al norte de la Ciudad de México, donde los mexicas extraían grandes bloques para después trasportarlos a la capital tenochca.

Mide 120cm de altura por 48cm de largo y 39 cm de grosor. La talla escultórica es aproximadamente del 1500 d.C., época que el arqueólogo Leonardo López Lújan le llama “la edad de oro” de la escultura mexica.

El personaje representado se encuentra en posición erguida con las manos y pies en posición vertical. Esta posición es muy parecida a las esculturas conocidas como “Atlantes” que se encuentran en el Edificio B en Tula, Hidalgo y en el Templo de Venus en Chichen Itzá, Yucatán.

El rostro de la diosa tiene una actitud serena, su cabello es lacio y se encuentra adornado con varias borlas circulares; sus ojos y boca se encuentran entreabiertos; está decorado su cabello por un tocado con la representación de una mariposa invertida, muy similar a las que portan las esculturas de guerreros toltecas. Lleva además unas orejeras circulares y una nariguera, ornamentos que solo podían usar la clase noble en el México Prehispánico.

Su cuello se encuentra adornada por un collar de cuentas y como pectoral porta una figura de una mariposa, similar a la que se encuentra en su tocado. Su faldellín que le da sexo a la escultura se encuentra decorado por lanzas entrecruzadas, dándole una forma romboidal a su decoración; son trece lanzas que decoran la falda por cada lado de esta.

En la faja de la falda porta un Tezcacuihtlapilli o espejo de obsidiana, aunque también eran elaboradas con una base de madera y estas se encontraban decoradas con mosaicos de turquesa; ejemplos de estos se han encontrado en Tula, Chichen Izta, Zaachila y Tenochtitlan.

Los brazos de la guerrera se encuentran firmes y verticales. Su mano izquierda sostiene dos lanzas; además de un tzotzopaztli o machete elaborado en madera y que servía como herramienta para el telar de cintura.

Mientras que en su mano derecha porta un atlatl o lanzadardos, este venablo servía para tener una mayor fuerza y velocidad al momento de arrojar una lanza; su función eran para la caza y sobre todo en las campañas militares.

La última sección se conforma por dos listones que cuelgan por debajo de la falda y que caen hasta las rodillas del personaje. Los guaraches que porta la guerrera le da una connotación de nobleza.

Otros ejemplos en la talla escultórica de guerreras

Esta escultura no es el único ejemplo de representaciones de mujeres guerreras para el último periodo del México prehispánico.

En la Piedra de Tízoc y el Cuauhxicalli de Moctezuma I, antiguos temalacatl o piedra de sacrificio gladiatorio, se plasmaron varias escenas de conquista donde se representa un capitán o guerrero mexica vestido con indumentaria de Tezcatlipoca, y con atavíos estilo tolteca; estos guerreros agarran a sus prisioneros por la cabellera y en la parte de la nuca del cautivo o en el centro de la escena se representa el topónimo del lugar conquistado por el mexica (Matos Moctezuma y López Lújan 2009) (Figura 2).

En  cada uno de estos monumentos se representan dos escenas de conquista, donde los prisioneros de guerra son mujeres.

Las mujeres son de Xochimilco y de Culhuacán; estas se representan con un tocado de dos plumas llamado Cuauhpilolli, pintura facial en las mejillas, orejeras circulares, un collar de piedras verdes, tienen el pecho descubierto, una falda decorada con elementos circulares llamados chalchihuitl, o piedras preciosas, una máscara cráneo colocado en la cadera de la mujer, ajorcas y sandalias.

Las armas que porta la mujer son el atlatl, el machete tzotzopaztli y lanzas, muy similar a la escultura de la mujer “atlante” de la Calle de Guatemala.

 

Conclusión

 

Con estos tres ejemplos tenemos una pequeña evidencia, pero a la vez sustentable de que en el Posclásico Tardío existían mujeres en las campañas militares en las diferentes culturas del altiplano central y de Mesoamérica. En estas imágenes también se encuentra una profunda cosmovisión, ya que también estos seres femeninos podrían representar diosas guerreras que se encuentran tanto en el ámbito celeste como en el terrestre, que en otro artículo podremos profundizar más al respecto. Si quieren conocer estas impresionantes esculturas las puedes encontrar en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México.


Neftali Galván Mercado

Escuela Nacional de Antropología e Historia