Por: Fernando Ávila Báez.
El proceso electoral del que deberán salir los nuevos alcaldes e integrantes de los cabildos para gobernar las 84 municipalidades del estado de Hidalgo, en México, está en suspenso por la ausencia de condiciones seguras en la salubridad pública.
El congreso del estado designará a los integrantes de los concejos municipales que recibirán el gobierno con todas las atribuciones y responsabilidades que marca la ley, por un período legal indefinido que inicia en el primer minuto del viernes 5 de septiembre de 2020.
En este impasse, los grupos de interés y sus líderes, con mayor o menor influencia, han desatado en diversos escenarios una intensa, sorda, guerra sucia que recauda las opciones más mortales de la época clásica y añade el ingrediente de las nuevas tecnologías: benditas o malditas redes sociales, según se les vea.
Aquí un breve manual para el desarrollo adecuado de la guerra sucia.
Con el nombre de Guerra Sucia se conoce en México a un conjunto de medidas de represión militar y política encaminadas a disolver a los movimientos de oposición política y armada contra el Estado mexicano; duró de 1964 a 2000.
Por extensión, se denomina “guerra sucia” a la serie de acciones generadas en la clandestinidad por un oponente o antagonista para hacerlas públicas con el objetivo de dañar la imagen de un personaje u organización y de su proyecto político; tiene su mayor vigencia en épocas electorales.
En ese contexto, es usual el denominado “fuego amigo”.
En la jerga militar se denomina fuego amigo o fuego aliado a los disparos provenientes del propio bando. Este tipo de incidentes suelen estar producidos por errores, casi siempre humanos, debidos normalmente a fallos en la identificación del objetivo.
Por añadidura, en la política mexicana el “fuego amigo” consiste en una serie de ataques inesperados y letales, u obstáculos internos y externos, dirigidos dolosamente a perjudicar el progreso de un adversario dentro del mismo bando.
El “fuego amigo” es para esta clase política nacional un intento malogrado de autojustificar la ausencia de acuerdos entre los propios políticos y la deficiencia que tienen para alcanzarlos.
Los intereses personales o de grupo vuelven a estar por encima de los intereses generales.
En las altas esferas partidistas, empresariales e incluso
eclesiásticas el “fuego amigo” no es otra cosa que el ajuste de cuentas que se
da al interior de las cúpulas cuando se acercan los momentos de definición y de
decisión.
Este tipo de fenómenos de poder también se han presentado entre las mafias,
pero bajo el nombre de “purgas”.
En este caso, cuando los grupos más fuertes tienen la necesidad
de deshacerse de algunos elementos indeseables, lo que propician es la “limpia”
en su interior con “fuego amigo”, hasta logra el objetivo de reacomodar los
espacios de poder.
Esta vieja práctica gangsteril se está ejerciendo en la política; pero -al
igual que en la estrategia militar- el “fuego amigo” puede ser manipulado y las
“bajas” pueden ser previstas con una sola intención: la sobrevivencia del más
fuerte.
Lo deseable siempre es que se llegue a acuerdos y se termine con el “fuego amigo” antes de que incendie la pradera.
- Elija bien al adversario (no puede elegir a dos y, menos, atacar a todos a lo pendejo).
- Especifique el objetivo (si no sabe para qué atacar, deje ese acto ocioso a los muertosdehambre que confunden los videojuegos con la realidad).
- Reúna información clave, de preferencia confidencial, sobre la vida personal y actividades privadas del adversario a dañar (si esa información no es comprobada ni comprobable, usted pasará a la clase de asquerosos que inventan baratos argumentos ficticios que sólo sirven para cagarse de risa).
- Elija un canal; pero sea inteligente: lo más estúpido que existe es crear un perfil falso en redes sociales y soltar desde ahí el veneno. Eso solo tendrá efecto en el nivel más bajo del bajo mundo, la mierda de los puercos. ¿Ahí pertenece usted?
- Difúndalo ampliamente. Invierta, compre boots, pague publicidad en redes. Dejar suelto su ataque a que circule libremente en los grupos tipo “!!!Que todo Barrionegro Se Entere!!!” únicamente le convierte a usted en un pobre zancasmeadas que ansía desahogar cuanto antes sus frustraciones… a cambio de nada.
Finalmente, conviene aclararle que:
El nivel uno (“tenemos información que puede acabar con él/ella”).
El nivel dos (“es un pinche corrupto y ladrón”).
El nivel tres (“es un pinche acosador”, o su variante “abusaba sexualmente de sus pacientes/empleadas/estudiantes/compañeras”).
El nivel cuatro (“es un/una pinche infiel, el otro día los vieron entrando a un hotel”). Y
El nivel cinco (“es puto, si todos saben que se lo andaba comiendo su secretario o su chofer”).
Todos son recursos del pasado que en este siglo XXI, con la pandemia encima y la muerte pisándole a usted la sombra, ni espantan a nadie, ni asustan a nadie ni convencen a nadie.
El mercado del morbo requiere y merece guerreros sucios competitivos, no pendejos que esconden una accidentada relación con sus madres en la infancia.