El drama salarial: de la educación al trap.

0
404

Por Fernando Ávila Báez

Todo comenzó cuando un futbolista comenzó a ganar mucho más que un médico.

La humanidad vive una circunstancia muy compleja, distinta a la que ha vivido en otros momentos de su historia, con huella directa en los procesos de la vida cotidiana de las personas, las familias, los grupos, las organizaciones.

Por muchos años, la inteligencia humana se impuso en acciones concretas sobre el mundo real, pero hoy parece estar enfrentando batallas que no son del todo favorables, pues da la impresión de que “el mundo está al revés”.  

En ese incomprensible afán de llevar las cosas al límite, la humanidad hizo crecer fenómenos como la clonación y la inteligencia artificial.

Entre el final del siglo XX y el principio del siglo XXI hemos sido testigos de dos hechos más que preocupantes.

Ha sido necesario cerrar, clausurar (no sabemos por cuánto tiempo) los progresos de la clonación de seres vivos, porque ya andábamos buscando aplicar el proceso en seres humanos, con todo y que es mucho más complicado que en otras especies de mamíferos.

Recordemos que el Parlamento Europeo, ya desde 1983, así como todas las leyes que han sido promulgadas para legalizar la procreación artificial, incluso las más permisivas, siempre han prohibido la clonación.

Y fue preciso archivar también los avances de la inteligencia artificial, porque un ente comenzó a pensar por sí mismo, a tomar decisiones y desarrollar emociones.

En 2017 Facebook desconectó dos inteligencias artificiales tras detectar que desarrollaron un lenguaje propio: las máquinas comenzaron a hablar entre ellas con un sistema de palabras-código que les permitía comunicarse sin que los investigadores entendieran los mensajes.

En medio de las reglas que ha impuesto el universo virtual sobre el universo real, muchas cosas pertenecientes a éste han perdido el sentido.

La gente solía estudiar, prepararse y trabajar para ganar dinero y divertirse. Hoy la gente se divierte, aprende y practica en las redes sociales cosas mezcladas entre el sentido común y las nuevas tecnologías, gana mucho dinero. Mucho dinero.

Tik tokers. Youtubers, influencers, twiteeros, contactos de Olny Fans y otras sub especies de la vida social desplazaron dramáticamente a las personas con proyectos de vida tradicionales.

Hoy tener estudios universitarios, contar con un título profesional, tener experiencias en las disciplinas tradicionales, y hasta en las nuevas, ha dejado de tener el ingreso justo y la promesa de un mejor nivel de vida como parte de sus atractivos.  

Oficios como el de albañil o carnicero son mejor pagados que un médico o que un ingeniero industrial, y a ambos aún se los deja por los suelos en cuanto a percepciones económicas el personaje que rapea, reguetonea, perrea o trap-ea en internet.

Así el drama laboral de nuestro tiempo.