¿Qué está pasando en el PRI de Tula?

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¿Qué está pasando en el PRI de Tula?
La crisis de la primera fuerza política del municipio puede salirse de control.
La dirigencia estatal que ahora encabeza Leoncio Pineda Godos heredó los procesos de renovación de comités municipales completos, excepto el de Tula -que sigue en el limbo.
No ha podido completarse:
1. A falta de la difusión del dictamen que habría emitido una comisión interna sobre el registro de la única planilla, virtualmente electa.
2. A falta de la sesión de consejo político prevista en sus estatutos y en la convocatoria.
3. A falta de un consejo político actualizado previsto en sus estatutos.
4. A falta de la construcción de consensos, porque a nadie se le ocurrió que había que considerar en el proceso interno, cuando menos las formalidades elementales de la política; la descortesía con líderes, grupos y corrientes internas está saliendo cara.
5. La jugada de un «tercero en discordia» frente a la polarización que podría significar la disputa entre dos aspirantes de bloques diferentes, pasó por encima de las opiniones de los líderes formales: el presidente municipal, la diputada local y el diputado federal.
6. Fiel a su estilo, el diputado federal impulsó al mismo tiempo a dos cartas; una de ellas, el motivo de la discordia.
7. Seis ex presidentes del comité municipal del tricolor, en un bloque compacto, han cuestionado el procedimiento.
8. Está en entredicho el perfil y la supuesta militancia del presunto nuevo dirigente, quien por su parte ha incendiado el entorno con acciones y declaraciones faltas de toda sensibilidad queriendo forzar una muy difícil unidad.
9. En medio de la tormenta, están arrastrando el nombre, la participación y un bien ganado liderazgo de la virtual nueva secretaria del comité, que proviene -ella sí- de la base partidista.
10. La solicitud de los inconformes respecto a la reposición del proceso parece ser la salida más viable y coherente.
 
El damnificado mayor, sin duda, es el presidente municipal de Tula, Ismael Gadoth Tapia Benítez, quien con su trabajo mantiene el nivel más alto de su popularidad, a un año de iniciada la gestión.
 
Quedan en el aire preguntas que requieren respuestas muy específicas: ¿Quién va a responder por todo este cochinero? ¿Se apelará a la razón o se aplicará la vieja mecánica de silenciar a los nuevos «chifladores» (que en realidad son los mismos de hace veinte años)?