POR FIN, ¿QUIÉN PARA TULA?

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La pregunta que se hacen desde el comité ejecutivo nacional y el comité directivo estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI), una vez resuelto que se repondrá el proceso interno de elección del nuevo comité municipal en Tula de Allende, Hidalgo, comienza a despejarse.

En principio, aunque ya suenan nombres, se ha dado prioridad en el diálogo de los actores decisores al perfil del nuevo presidente del órgano directivo local.

La lógica elemental indica que el alcalde Gadoth Tapia, responsable directo del progreso institucional, lleve mano en las propuestas, pues será a él a quien el socorrido sistema le pida las cuentas en su carácter no solamente de cabeza moral inmediata de sus correligionarios político partidistas en el municipio, sino en toda la región.

Estando su imagen en franco ascenso, el gobernador Omar Fayad le confiará junto con los otros asuntos torales propios de un municipio tan importante, el del relevo terso en el comité priísta y el de los buenos resultados electorales.

La gran tarea de la mesa donde seguramente ya se tomaron las primeras decisiones no se centra únicamente en el presidente o en la presidenta del comité, sino que se extiende a todas y cada una de las carteras del órgano directivo, en donde pueden servirse la diputada local Marcela Vieyra y el diputado federal Fernando Moctezuma.

De ahí que en el perfil del nuevo dirigente, para salvar los escollos que se han presentado, aparecen al menos los siguientes rasgos: cercanía con el presidente municipal, no objeción de la diputada local ni del diputado federal, aceptación de las expresiones internas, consenso o al menos mayoría de aprobación de la estructura y de los expresidentes del comité -un sector muy compacto que tiene una sola demanda simple: ser tomado en cuenta.

Adicionalmente, por las circunstancias en que se presenta el caso, el nuevo dirigente debe contar con experiencia partidista (que no necesariamente implica «haber ganado todas», las derrotas también fortalecen en la formación de los liderazgos), una trayectoria asociada a la transparencia, a la rendición de cuentas y a la ética personal, partidaria, pública.

¿Difícil? Sí, claro. Pero entre los cuadros hay más de una o de uno que harían muy bien este trabajo de partido. Ah, y un último requisito dentro de las reglas no escritas: que no quiera brillar más que el faro que le dé su luz.

Hora de ponerle nombre y apellido, y debe quedar resuelto antes de la Asamblea Nacional 22; aunque la formalidad de la asunción ocurra después.

Fernando Ávila Báez.