Tula: Con miedo a la muerte

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Llegó septiembre de 2021.

Inicia con la sesión de congreso general que establece la Constitución. El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido político del presidente Andrés Manuel López Obrador, estrena nueva mayoría, con nuevos aliados.

El mandatario federal ha presentado el tercer informe de gobierno a que está obligado, aunque ha presentado otros balances en fechas simbólicas para su gobierno y para su proyecto de nación.

Leyó, a propósito, un mensaje a modo de evaluación de su desempeño, en el que muchos creyeron ver un México muy distinto al que vivimos a diario.

El noveno mes del año llegó en Hidalgo con la instalación, también, de la nueva legislatura en el congreso local, donde por segunda vez hay una mayoría proveniente de una ideología política distinta -hoy opuesta, de hecho- a la del gobernador.

Omar Fayad Meneses acudió a la Cámara a presentar el quinto de sus informes y con ello abrió, en los hechos, la carrera por la sucesión.

Carrera en la que los participantes ya han avanzado un largo trecho en la búsqueda de alianzas, pactos, acuerdos que les lleven a la candidatura, primero, y a despachar en la oficina principal de la Plaza Juárez en Pachuca, después.

El histórico “efecto AMLO” sigue su aporte de dividendos a favor de las causas morenista, ha llevado a cargos de elección popular a candidatos de todo calibre, casi en automático.

Las casas encuestadoras, lo mismo las más prestigiadas que las de cuño dudoso, coinciden en que la ventaja preelectoral en Hidalgo es muy amplia y puede crecer hacia el domingo 5 de junio de 2022, el día de las elecciones.

Pero, antes, están por ocurrir cosas en Hidalgo.

No bien concluyó el informe del gobernador estatal, los presidentes municipales se han aprestado a programar y ejecutar la entrega de sus correspondientes informes de gobierno.

Omar Fayad ha acudido a varios e ellos, con una actitud sobradamente abierta y plural.

Tepeji del Río y Tula han debido programar las sesiones formales de cada cabildo para recibir el informe, debido a la complejidad de las consecuencias generadas por las inundaciones.

Las horas de la noche del lunes 6 y madrugada del lunes 7, así como la madrugada del día 18 de septiembre, documentadas por nuestros medios de comunicación, han sido un amargo despertar a la realidad cotidiana: vivimos bajo amenaza de muerte.

El desagüe masivo de los desperdicios orgánicos del Valle de México llega a Tula con tal volumen, velocidad y fuerza, que inunda por dos veces consecutivas las calles del centro de la ciudad.

Las aguas negras, cuyo curso se aceleró por la presencia de abundantes lluvias, convirtió, en basura, en muy poco tiempo, el patrimonio -casas y negocios- de familias, de vidas enteras.

Privó de la vida a 19 personas en total, 15 de ellas pacientes de urgencias y del pabellón COVID en el hospital del IMSS en el centro de la población.

La llegada de septiembre, que puso un sello distinto en la celebración de los festejos patrios, trajo un nuevo sismo, el del martes 7 por la tarde-noche con intensidad de 7.1 grados.

Los mexicanos hemos aprendido en septiembre a vivir con miedo, con el miedo a la muerte.

Una muerte que puede llegar lenta, repentina, dolorosa o con el sigilo con que se edifican las traiciones.

Es septiembre.