Salud espiritual, parte fundamental de una vida plena.

0
2366

TSA. Maritza G. Méndez Caro*

Es un momento del año en que muchos deseamos hacer un alto y evaluar nuestra vida.

Muy de moda están las dietas Detox que prometen ayudar a nuestros órganos a deshacerse de los excesos que hemos cometido durante los meses pasados, la publicidad de los gimnasios nos muestra atractivos descuentos para que nos decidamos de una vez por todas a afiliarnos y comenzar a mover los músculos y las articulaciones.

Y también muchos de nosotros comenzamos a llenar nuestro calendario con los posibles cursos y actualizaciones de nuestros oficios, sin contar con los más valientes que se aventuran en las librerías a la caza de un libro revelador o de perdida muy interesante.

Pero muchas veces no prestamos la suficiente atención a la salud espiritual, la cual tiene una trascendencia poco apreciada en la mayoría de los casos.

Si todos supiéramos que en la calidad de nuestra salud espiritual reside la manifestación de nuestros sueños (laborales, amorosos, materiales, personales) tal vez pondríamos más atención y empeño en atenderla.

Esta no pretende ser “la guía”, pero sí es mi mejor intención darte unos humildes consejos que puedes empezar a practicar; tal vez no los recuerdes todos, o tal vez ya practicas muchos de ellos y puedes compartirlos con los demás.

Suelta el control. Esto puede ser muy escuchado, y tal vez sea preciso que lo anotes en un letrero donde puedas tenerlo a la vista por donde camines mientras adquieres el hábito; ¿qué significa soltar el control? Permitir que los demás experimenten.

Cuando te convences de que sólo tu sabes mejor que los demás qué hacer, cómo hacerlo, a qué hora hacerlo y quién debe hacerlo comienza el mecanismo de control, después impones (muy amablemente si quieres) tus opiniones y designios a los demás, esto invariablemente te llevará a desgastar relaciones y a generarte un gran estrés cuando algo se sale de tus manos.

Deja de exigir amor. Sí, así como lo lees, muchas veces no pedimos amor, exigimos amor, ese amor debe ser presentado en la forma de atenciones, llamadas, visitas, invitaciones, regalos o consideraciones que los demás deben tener hacia tu persona para que te sientas querido, amado y aceptado.

Cuando alguien llega con una forma diferente de expresarte amor simplemente la desechas pues no viene en la presentación que tú esperabas. Eso solamente te llevará a sentir decepción o enojo, ambas ilusiones de separación del ego humano. Acepta que todos tenemos formas distintas de decir “te quiero” o “me importas”.

Tomate tu tiempo. Esto no es en ningún momento un salvoconducto para no respetar el tiempo de los demás y llegar tarde a todos lados, significa que conscientemente le des su tiempo a las cosas que son precisas para tu ser.

Si, por ejemplo, masticas y deglutes a gran velocidad, inhalas y exhalas tan rápido que no puedes  hacerlo profunda y lentamente; o duermes poco pues pasas mucho tiempo despierto terminando pendientes, viendo televisión o simplemente por que tus pensamientos no tienen paz y no puedes conciliar el sueño, invariablemente terminarás en un estado de alteración primero contigo mismo y después con los demás que tendrá dolorosas consecuencias para todos.

Aprende a dejar ir. Esto puede ser lo más duro que tenga que hacer un ser humano, pero no necesariamente habla de dejar ir relaciones o personas. El dejar ir empieza desde nuestro entorno: ¿aún guardas cientos de artículos en casa por que te traen recuerdos? ¿Guardas ropa que ya no usas por que está “buena” y algún día la podrás usar nuevamente? Esto es reflejo de todas las emociones que aún no dejas ir en tu vida, apegos que no te dejan avanzar.

En el sendero del crecimiento espiritual que debemos caminar todos nosotros tenemos que aprender a aceptar que es preciso viajar ligeros, sin que esto signifique que descuides los bienes materiales, viajar ligero es no apegarse, ni a cosas ni a personas, aceptar que todos somos compañeros en un viaje, la duración de su compañía no depende de nuestra decisión.

Todos debemos recorrer nuestro propio camino, a veces coincidiremos por mucho tiempo, a veces no tanto como quisiéramos pero debemos aceptarlo sin rencores, enojos, portazos o llantos de reproche o dolor.

Cuida la calidad de tus pensamientos. Si tu diálogo interno es básicamente ensayos de lo que le vas a contestar a fulanito la próxima vez que lo veas para que aprenda a no meterse contigo, si repasas tendenciosamente cada escena de la última ofensa que te hicieron o asumes que las actitudes que tuvieron contigo tus amigos, suegros, jefes, vecinos, seguro fueron porque te tienen envidia, mala fe o coraje, temo decirte que estás centrando tu energía en pensamientos destructivos hacia a ti  mismo.

¡Cambia el disco! Piensa en otra cosa, repite frases positivas, lee, cuenta tus bendiciones, cualquier cosa será mejor a estar co-creando malas relaciones humanas.

No permitas que nada te distraiga. A veces queremos estar para todos y por todos disponibles, ayudar en lo que nos soliciten y ser, como dicen las abuelitas, “acomedidos”; pero eso también puede estarte distrayendo de hacer “eso” que necesitas para mejorar tu vida.

Asume que siempre habrá compromisos, pendientes e inconvenientes dispuestos a salirte al paso cuando decides hacer un cambio para tu bien, pero pregúntate: ¿quien tiene más poder? Si la respuesta no eres Tú, entonces no te asombres que tu vida no tome el rumbo que tu deseas.

Acepta, Acepta, Acepta. No, no pienses que se trata de decir que sí a todo, se trata de aceptar tres verdades básicas:

  • Acepta tu origen divino. Esto puede ser lo más fácil de leer o decir y lo menos fácil de comprender. Significa que es preciso que entiendas y asumas el hecho de que eres inmensamente amado, pues provienes del más puro amor divino, que nunca estas sólo y que siempre serás provisto de lo que tu alma necesite.
  • Acepta tu poder creativo. Tú tienes el poder de generar los cambios que precises para ser feliz, no fuiste creado con el obscuro propósito de someterte a una vida de abusos, carencias, maltratos y dolor; pero es preciso que aprendas el valor y la trascendencia de cada palabra, acto o intención. Todo debe tener siempre un equilibrio.
  • Acepta los cambios a tu alrededor. Tal vez no entiendas el por qué de muchas cosas y en este momento te parezca que es lo peor que te puede pasar, pero ten por seguro que no es en ningún momento una conspiración universal contra ti o una decisión artera y arbitraria tomada por un gran dictador supremo. Con el paso del tiempo, si permites la conciencia te darás cuenta de que todo tenía un gran y divino propósito.

No hay recetas ni atajos, pero tampoco hay acciones pequeñas, la recompensa a todo esfuerzo que realices para crecer y cuidar de tu ser será siempre la paz. ¡Que la fuerza te acompañe!

*Terapeuta en Sanación con Angeles y Reiki