En septiembre y en DeFRENTE, como en todo México, traemos la rienda suelta. La fiesta mexicana está más viva que nunca, con todo lo que esto implica: música, pirotecnia, juegos, peleas de gallos, mucho tequila, y la insignia cultural de México: su gastronomía.
En noviembre de 2010, por cierto, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró a la cocina mexicana como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
En Hidalgo, podemos presumir que tenemos una de las cocinas más elogiadas a nivel nacional e internacional; platillos heredados de generación en generación, desde hace siglos, que forman parte del tesoro cultural de la entidad y el país.
Nuestra forma de alimentación en la región se remota a los primeros indicios de vida humana en la zona, con una poderosa influencia de la cocina prehispánica que incorporaba prácticamente la totalidad de la flora y la fauna local a la comida.
El recuento va desde plantas y frutos hasta animales e insectos: chinicuiles, escamoles, shahuis, caracoles, chapulines, conejo, ardilla, flor de calabaza, quelites, verdolagas, garambullos, capulines, tunas, entre otros…
La cocina hidalguense es reconocida por su inigualable sabor y el uso de productos exóticos.
DE LA BARBACOYITA AL PASTECITO
Sin duda, el estar de visita por Hidalgo, sobre todo en la región del Valle del Mezquital hace imprescindible la experiencia de comer barbacoa de borrego, un buen conejito en chile ajo, o en temporada chinicuiles y escamoles.
Por su parte la región de Pachuquilla ha apostado a su tradicional sabor para detonar el turismo y se ha autonombrado “la cocina de Hidalgo”, con su versatilidad en platillos locales; en la Huasteca podemos encontrar el zacahuil, un enorme tamal con masa de maíz martajada mezclada con manteca de cerdo, chiles molidos, especias y sal; y para seguir en el recorrido, no podemos dejar fuera las deliciosas truchas de Huasca.
El festival representativo por excelencia de los sabores exóticos de Hidalgo se celebra en el municipio de Santiago de Anaya, normalmente en el mes de abril y que presenta lo mejor de la comida indígena.
Y tan vasta es la cocina hidalguense que no podemos olvidar la herencia de los ingleses: los pastes, este peculiar alimento de mineros que envolvían un guisado en harina, posteriormente horneados en conjunto. En la actualidad, dicen los que saben, los pastes Kikos y los Real de Plateros son los que comandan en el giro.