¿Confiaría usted su vida, su salud, su libertad o su educación a una persona que se dice médico, abogado o docente y no tiene un título profesional para ejercer? ¡Claro que no!
Eso mismo debe ocurrir con el oficio de la comunicación, quien quiera ejercer puede hacerlo porque en México la Constitución ampara todo tipo de libertades individuales; pero las leyes derivadas deberían exigir para el periodismo igual rigor que para otras profesiones.
Ahora los medios se han llenado de charlatanes que divierten a costa la de moral, las buenas costumbres, la integridad y la vida pública de otras personas, con daños irreparables.
Si a los liberales vanguardistas les ha parecido que normar las redes sociales sería coartar libertades, es de exigirse que para el servicio de la comunicación se requiera obligatoriamente una licencia.
El refrán “perro no come perro” se aplicó en México por mucho tiempo en el gremio de la comunicación para referir que entre los periodistas privaba una regla no escrita: no se traicionan entre sí. Así de simple.
Poco a poco, según los intereses de las personas y de las empresas, esta especie de “entre gitanos no nos leemos las manos” ha ido diluyéndose hasta convertirse en lo contrario: hoy parece que el peor enemigo de un periodista es precisamente un periodista.
Eso está ocurriendo en Tula, la legendaria Ciudad de Los Atlantes.
Entre los periodistas, que guardamos desde siempre sanas diferencias de estilo y opinión que nos permiten ofrecer a la población una amplia riqueza profesional, un actor a quien no le han favorecido las cosas, amén de su personalidad protagónica y de su evidente frustración, ha sembrado y ha hecho crecer en forma inusitada la cizaña.
La más reciente de sus proezas (así parece presumirlo él mismo contándoselo a quien quiere escucharle) es que ha dedicado tiempo a compartir a diestra y siniestra los contratos el gobierno municipal tiene con los diferentes medios de comunicación locales y con algunos foráneos, así como las cantidades que ha pagado por la difusión de la información institucional en los espacios impresos, electrónicos o digitales de Tula.
Lo hace con dolo y con mentiras, pues de algunos afirma que han cobrado cantidades muy superiores a las que indican los contratos, que son legales; ya más de uno le ha hecho ver su insidia, aunque parece no tener capacidad para comprenderlo.
Olvida este personaje que tales contratos y la lista de los beneficiaron de esos instrumentos absolutamente legales son parte de la información pública que los gobiernos municipales suben por ley a sus portales de transparencia y los montos globales aparecen puntualmente señalados en los presupuestos anuales, también públicos. Ninguna novedad.
En su más reciente reunión con representantes de medios de comunicación, el presidente Mario Francisco Guzmán Badillo ha dicho cortésmente que mantendrá abiertos los canales para apoyar la actividad de la comunicación, lo que es bien recibido entre quienes trabajamos en el ramo.
Cabe destacar que en Hidalgo, como en ningún otro estado de la República, el gobierno de la transformación que encabeza el abogado Julio Menchaca Salazar ha sido sensible a la importancia de los medios de comunicación y de sus trabajadores, y ha impulsado en forma democrática esta actividad productiva, social y de servicio, en un evidente abono a la práctica de las libertades constitucionales de pensamiento, expresión, tránsito, trabajo y asociación.
Posdata personal sobre la calidad moral de esta nota:
Tengo licencia federal y estatal para ejercer el periodismo, tuve oportunidad de: ser el primer coordinador de comunicación social del gobierno municipal de Tula; conducir el primer programa de radio en vivo que se transmitió en La Voz de Los Atlantes; producir y conducir el primer noticiario de televisión que se hizo en Tula; fundar la Asociación Regional de Profesionales de la Comunicación (AREPROC), para lo que aporté el nombre y sus primeros estatutos; fundar la primera consultoría especializada en comunicación, que ha dado servicio dentro y fuera del país a diferentes actores públicos; compartir conocimientos y experiencias en la formación de generaciones de periodistas en mi amada Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).