Mensaje de Monseñor Juan Pedro Juárez Meléndez en ocasión del Aniversario 22 de Revista DeFRENTE

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Cualquier meta u objetivo que se quiera alcanzar siempre tiene un comienzo, y si los cimientos están firmes, esa obra permanece en el tiempo y en el espacio, desafiando todo tipo de vientos contrarios, que cuando son superados, fortalecen la obra o el proyecto iniciado.

Este es el motivo de reunirnos hoy: celebrar con el buen amigo Fernando Avila Baez su excelente trabajo en Consultoría por 25 años y junto con Fernando Alfonso el XXII Aniversario de la conocida y acreditada Revista “DE FRENTE”.

La puntual y esmerada publicación de la misma, ha ganado un importante lugar en el corazón de los Tulenses y de todos los lectores de la Región, marcando tendencia no solo como información sino haciendo historia del acontecer cotidiano de los habitantes de nuestra querida ciudad Tolteca.

La maravillosa era digital que nos ha tocado vivir, nos abre inmensos e insospechados horizontes para que la comunicación en todas sus dimensiones, una y hermane, cada vez más, a quienes habitamos esta “casa común”.

Toda comunicación cimentada en la verdad y en el respeto, tiende puentes y ayuda a superar todo tipo de barreras ideológicas, políticas, económicas, culturales e incluso religiosas.

La escucha y el diálogo fraterno nos acerca para caminar juntos, buscando construir un México más justo, más solidario y en paz.

Tarea nada fácil para quienes han consagrado su vida, en el fascinante trabajo de los medios de comunicación social, analógicos o digitales.

En el mundo digital, hoy se nos presenta, una nueva herramienta: LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL. Su uso para algunos despierta dudas y sospechas.

Para otros es la maravilla del momento y que augura una verdadera revolución en toda actividad humana. Existe ya un amplio consenso en que la IA marca una nueva y significativa fase en la relación de la humanidad con la tecnología, situándose en el centro del «cambio de época» que estamos viviendo.

Su influencia se hace sentir a nivel global en una amplia gama de sectores, incluidas las relaciones personales, la educación, el trabajo, el arte, la sanidad, el derecho, la guerra y las relaciones internacionales.

Puesto que la IA sigue avanzando rápidamente, es de importancia decisiva considerar sus implicaciones antropológicas y éticas.

Esto implica no sólo mitigar los riesgos y prevenir los daños, sino también garantizar que sus aplicaciones se dirijan a promover el progreso humano integral.

En este sentido la IA será bienvenida, siempre y cuando, garantice que su desarrollo y uso respeten la dignidad humana y promuevan el desarrollo integral de la persona y de la sociedad. Por muy sofisticada y perfecta que pudiera resultar no debería sustituir la inteligencia humana. La humanidad no puede «esperar esta sabiduría de las máquinas».

Lo que mide la perfección de las personas es su grado de solidaridad con todos los hermanos y hermanas, no la cantidad de datos y conocimientos que acumulen.

Todo uso de la tecnología debe estar al servicio del ser humano y no el ser humano al servicio de la tecnología, que por muy avanzada que se presente, no puede sustituir los sentimientos y emociones que hay en lo más íntimo del corazón del hombre.

Toda invención tecnológica tendría que ser humana y humanizadora, ayudando a promover el bien común, a cuidar de la «casa común», a avanzar en la búsqueda de la verdad, apoyar el desarrollo humano integral, favorecer la solidaridad y la fraternidad humana, para luego conducir a la humanidad a su fin último: la comunión feliz y plena con el Creador.

Con mis mejores deseos, me uno a esta significativa celebración, pidiendo a Dios la sabiduría necesarias para dar siempre lo mejor de nosotros mismos en bien de los demás.

Mons. Juan Pedro Juárez Meléndez
IV Obispo de Tula