La primera elección simultánea de gobernador, integrantes del congreso y de los 84 ayuntamientos, que ocurrirá en Hidalgo el domingo 5 de junio de este año tiene aristas que merecen un seguimiento especial.
Entre ellas destacan las renovaciones de los gobiernos municipales en Pachuca, la capital, y en las cabeceras regionales, que tienen relevancia política y socioeconómica para la entidad y para el país, como es el caso (además de Huejutla, Ixmiquilpan y Tulancingo) de Tula.
Tula, cuya rica historia prehispánica no ha sido agotada, tuvo el primer registro de una autoridad civil en 1531, cuando la segunda audiencia nombra Señor de Tula a Pedro Miahuazochilt, quien gobernó hasta 1536.
Adquirió su categoría municipal el 26 de septiembre de 1871, en 1911 tuvo su primera autoridad local y el 1 de enero de 1951 su cabecera pasó de Villa a Ciudad.
Las elecciones de 2016 representan una oportunidad para revalidar la confianza de la población en sus servidores públicos, en los partidos políticos que representan, o para cambiar el rumbo.
El extenso período de cuatro años más siete meses y diecisiete días que están durando los actuales presidentes municipales ha generado un ambiente denso en torno a las instituciones municipales, el natural desgaste está pasando facturas a todos, especialmente en Tula, donde el gobierno maneja un presupuesto anual de 190 millones de pesos.
Los alcaldes
Felipe Carbajal Arcia, presidente municipal y después diputado local que coordinó el Congreso; Ignacio Arroyo López, tres veces presidente municipal en la historia, y Noé Paredes Salazar, el alcalde modernizador, han marcado en sus correspondientes gobiernos municipales “un antes y un después de” en el desarrollo de Tula de Allende, Hidalgo, México, particularmente en lo que refiere a la obra material y, en cierto modo, política.
Noé Paredes Salazar llegó a ser presidente municipal (1994-1997) como personaje insignia que abrigó incluso la posibilidad de competir bajo los colores de un partido distinto al PRI, el PARM, de un grupo social inconforme ante a las formas tradicionales de gobernar.
Antes, en 1990, Fernando Q. Moctezuma Pereda alcanzaría también la candidatura y la presidencia, alzándose como el “muchacho rebelde” contra el estatus impuesto en el municipio por el grupo tradicional conservador; dejó el cargo al suplente Mario Argáez para jugar y ganar la diputación local; después sería senador suplente.
Hacia 1997, el PRI desatendió la opinión popular -que favorecía al saliente secretario municipal, José Guadalupe Rodríguez Cruz- y postuló como su candidato a la presidencia municipal al comerciante Jorge Salgado Nava (+).
Sería el tercero de los primos que fuera candidato, antes lo habían sido César Vieyra Salgado (1985-1988) y Raúl Sicilia Salgado (1988-1991), que fueron alcaldes y diputados federales; sólo que Salgado Nava perdió la elección.
Los intereses y los grupos
La lucha por la presidencia municipal de Tula ha entrado en el escenario previsto de una disputa sorda entre grupos bien definidos de interés.
Las dos principales fuerzas agrupadas en busca del poder en el Ayuntamiento de Tula están encabezadas, históricamente, por Fernando Q.Moctezuma Pereda, diputado federal, y Noé Paredes Salazar, empresario; ambos cuentan en sus trayectorias haber sido alcaldes, diputados federales y secretarios de gobiernos estatales. Ambos mantienen vínculos con importantes expresiones políticas y gubernamentales a nivel nacional.
Estas dos expresiones nacen en la década de los años noventa del siglo veinte, en disputa por ser la alternativa al grupo original, arraigado en el municipio, que creció en torno a la familia descendiente del prestigiado médico y altruista Rafael Salgado Assiain (1870-1925), quien fuera el segundo alcalde de la Villa; este grupo tradicional se ha mantenido en el poder local directa o indirectamente durante casi dos siglos, su líder es el jurista y político César Vieyra Salgado.
Las divergencias de estilo y procedimiento entre los dos grandes líderes políticos de Tula, Noé Paredes Salazar y Fernando Q.Moctezuma Pereda nacieron durante el proceso sucesorio del alcalde Raúl Efrén Sicilia Salgado, que Moctezuma ganó en 1991 para ser el primer hijo de un expresidente municipal en alcanzar la alcaldía -su padre Don Fernando Moctezuma Garfias lo fue de 1964 a 1967.
Aquella «consulta a la base» tuvo cuatro contendientes: el propio Moctezuma, quien resultó vencedor, Ismael León Viveros (+), Ignacio Godínez Carbajal (+) y Luis Ruiz Moreno -a quien apoyaba Noé Paredes.
Los contrastes entre Paredes y Moctezuma se agudizaron después en la contienda interna de 1998 por la gubernatura hidalguense: el empresario jugó a favor de Manuel Ángel Núñez Soto y el político respaldó a José Guadarrama Márquez.
Los Chifladores.
En 1996, durante la convención de delegados para registrar a Jorge Salgado Nava (+) como candidato del PRI a la presidencia municipal de Tula, en el salón de actos del Club de Leones, un grupo de priístas manifestaron su inconformidad silbando mientras el aspirante leía su mensaje; había nacido el grupo de “Los Chifladores”.
Ignacio Godínez Carbajal (+), Víctor Villagrán Ruiz, Venancio Velázquez González, Saúl Basurto Guerrero, Wilfrido Barbosa Alonso (presidente del CDM), Eduardo Monroy Miranda y el propio Rodríguez Cruz; más tarde Edgar Martínez Luz, Eduardo Cardoza Hernández, José Alfredo Jiménez Ángeles y Jorge Hernández Laguna, entre otros, librarían infinidad de batallas políticas y electorales.
Los Chifladores han sido referente en las negociaciones partidistas, expertos operadores políticos locales y regionales en los últimos veinte años, con un estilo peculiar; han alcanzado diversas posiciones en los gobiernos municipales y estatales.
En 1999 el grupo se subdividió en dos liderazgos, uno encabezado por José Guadalupe Rodríguez Cruz (quien sería en adelante dos veces diputado local y una vez presidente municipal), y el otro liderado por Víctor Villagrán Ruiz, actual regidor en el Ayuntamiento de Tula, cargo que ya había ejercido de 1985 a 1988.
Los aspirantes, hoy.
Unos treinta personajes públicos con perfil, trayectoria, experiencia, resultados y visión de desarrollo para el municipio manifestaron su interés por ser considerados en el proceso interno de selección del PRI para la alcaldía de Tula de Allende, Hidalgo, México. La “caballada” estuvo gorda.
Cada una de las grandes expresiones políticas institucionales puso sus cartas en la contienda interna para definir candidatos a la presidencia municipal de Tula de Allende, Hidalgo, México.
Ismael Gadoth Tapia Benítez, diputado local con licencia, fue visto desde el principio como el candidato “natural”, tras el cual estaría el respaldo absoluto de Fernando Moctezuma Pereda, lo que distanció un poco el ánimo de Noé Paredes Salazar y lo llevó a promover abiertamente al abogado exfuncionario del IFE Guillermo Paredes Carbajal.
Los más aventajados parecieron ser quienes fungen como «perfiles puente»; es decir que mantienen vínculos con todos los grupos, no están confrontados con ninguno, y que además están en posibilidad de conseguir apoyos formales en la capital del Estado: el subsecretario de reinserción social en seguridad pública Rodolfo Paredes Carbajal, su hermano Guillermo y Marcela Vieyra Alamilla han mantenido en esa tesitura.
Moctezuma Pereda reaccionó en esta pista, la de los perfiles más o menos “independientes” con una jugada casual: de última hora metió a la contienda a su sobrino el abogado y servidor público Daniel Rangel Moctezuma.
En el último tramo de las negociaciones, aparecieron sorpresas: por un lado, figuras totalmente nuevas, identificadas con ambos frentes y, por otro lado, cobraron fuerza los repetidores; sí, al menos dos expresidentes municipales están en la recta final: el propio Noé Paredes Salazar y su discípulo José Guadalupe Rodríguez Cruz.
De última hora “emergió” Noé Paredes Meza, hijo de Noé Paredes Salazar, para desafiar de manera frontal la gestión del alcalde saliente Jaime Allende González y con eso entrar al proceso interno de selección, aunque en su discurso afirma que ha demandado transparencia gubernamental sin afanes políticos, pero…
Cada grupo en disputa por el poder en el Ayuntamiento de Tula, fijó con claridad sus posturas, cada uno en «sus propios medios» de comunicación; los aspirantes dieron la cara, pero al no hablar del tema, el todavía diputado local Gadoth Tapia mantuvo viva la lógica tradicional de que quien sí va a ser, no dice nada. Como finalmente fue.
Marcela Vieyra Alamilla, quien sería la opción del grupo conservador para la alcaldía, se ha convertido formalmente en la candidata del PRI a diputada local por el distrito -ahora XIV- con cabecera en Tula.
Es la tercera persona en ser postulada dos veces para ese cargo (también han sido en dos ocasiones candidatos a diputados locales Fernando Q.Moctezuma Pereda y José Guadalupe Rodríguez Cruz).
Es la primera mujer en alcanzar esta segunda nominación en Tula; ha sido la primera hija de un ex diputado federal en llegar al congreso federal.
El resto de las aspiraciones para encabezar la alcaldía marchan “por la libre”, los grupos ya están cerrados y estas, ninguna otra, son sus cartas.
El sistema político estatal y la sociedad deben tomar con la mayor seriedad las aspiraciones manifiestas de cada una de las personas, de todos los partidos y de todos los credos, a quienes les gustaría encabezar el proyecto 2016-2019/2020 al frente del Ayuntamiento de Tula y de cada uno de los 84 municipios de Hidalgo.
Las actuales condiciones en que vive la sociedad en México y en Hidalgo exigen que los responsables de las instituciones consideren a todas las expresiones sociales.
Ningún acto de partido, ningún acto de gobierno, deben ser ajenos al juicio de la sociedad, por lo que es justo que -con criterio incluyente- se tomen las decisiones institucionales que enriquezcan en esencia la esperanza colectiva y que no haya un sólo ciudadano que se quede sin ser escuchado.