TULA: URGE QUE SE HAGA JUSTICIA

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Por Fernando Ávila Báez.

La tragedia de la que muchos tenían cálculo desde la primera obra hidráulica que condujo las aguas del Valle de México al Valle de Tula, llegó.

El curso natural de las aguas del Valle de Anáhuac al Valle de Tula es por el Tajo de Nochistongo.

Los ingenieros mexicanos atendieron esa lógica y construyeron primero un gran túnel emisor central y después un gran túnel emisor oriental, ambos dirigidos en ese orden: hacia el Valle de Tula.

Le construyeron una enorme presa a costa del paisaje natural y de muchas vidas humanas, la presa Endhó está convertida en el vaso de la muerte.

Ellos, los diseñadores originales, y todos, absolutamente todos quienes trabajan en ese sistema de aguas saben de altísimo riesgo de inundaciones que se corre a diario, pero nadie dice nada y, menos aún, en el lenguaje común que entendemos las personas de a pie.

De tal modo, claro que se sabía de la venida de las aguas; desde luego que se emitieron las 45 alertas y, por supuesto que nadie las atendió hasta que literalmente nos llegó el agua al cuello la noche del lunes 6 y la madrugada del martes 7 de septiembre de 2021.

Ya pasaron los días de la gravísima emergencia. Estamos asimilando el impacto.

Es hora de fijar acciones trascendentes para las siguientes horas, para los siguientes días.

A los afectados por el huracán Grace el gobierno federal les entregó 35 mil pesos; a quienes perdieron cultivos les entregaron 20 mil pesos.

Si están pensando en dar a las personas y a las familias esa cantidad, van a prender un fuego social imposible de apagar.

Sería una ofensa, una auténtica mentada de madre, comparado con las pérdidas humanas (ahora ya sabemos que sí hay más de 17 muertos), materiales y sentimentales.

Si van a venir con su estupidez de ofrecer créditos a los negocios para reactivar la economía, no va a servir de nada.

Los empresarios, emprendedores, comerciantes y vendedores requieren de urgencia dinero líquido, efectivo, suficiente para comprar mercancía y ponerla en venta hoy mismo.

Nadie necesita ponerse una nueva soga en el cuello con el pretexto de reavivar su negocio.  

Los gobiernos, así como actuaron en conjunto, aún no han sido rebasados por la realidad; pero falta muy poco.

Emerge con fuerza ante este sombrío panorama la fuerza de la sociedad civil.

Organizada, a la población civil le corresponde llamar a cuentas a los servidores públicos para que respondan por el origen, las causas, el desarrollo y las consecuencias de los hechos; porque todo, absolutamente todo, estuvo siempre en sus manos. Que no se hagan pendejos.

Las acciones por concretar desde ya son:

-Obligar, por los medios que sean necesarios, a los gobiernos a invertir en las obras de infraestructura hidráulica y urbana que garanticen la seguridad de los pobladores de toda la ruta de las aguas residuales del Valle de México en su paso pendiente abajo.

-Para eso, puede disponerse de inmediato de los recursos que se generan en la región y que representan el aporte al 52% del producto interno bruto anual del estado de Hidalgo. Esa es tarea de los diputados federal, pues… ¡a trabajar!

-Realizar, ya, trabajos de albañilería, plomería, electricidad, herrería, mantenimiento en general, a viviendas y locales comerciales; entregar mobiliario y enseres domésticos a cada casa, más dinero en efectivo para adquisición de ropa a cada persona integrante de una familia. Claro que hay dinero para eso, para todos, de todo lo que se han ahorrado al desaparecer los fondos que antes se robaban unos cuantos.

-Obligar a la CONAGUA a difundir amplia y exhaustivamente, a diario, las condiciones del flujo de aguas residuales con precisión del nivel de riesgo, con mayor énfasis en la temporada de lluvias.  

Si hoy los habitantes de Tula no imponemos esas condiciones, habremos perdido una oportunidad, la oportunidad, de lograr de una vez por todas que se nos haga justicia y que se nos deje de ver la cara de pendejos.