La representación y significado de la serpiente en la época prehispánica

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Mtro. Luis Manuel Gamboa Cabezas

Zona Arqueológica de Tula- INAH

 

«Pero la serpiente era astuta…» (Génesis 3:1).

 

La serpiente es venerada en la cultura prehispánica desde tiempos tempranos, aproximadamente de 1800 a.C., su transformación en serpiente emplumada es notoria desde época teotihuacana del 100 a.C. al 650 d.C. y posteriormente es retomada por otras culturas como la tolteca y mexica.

El problema que ha surgido es que cualquier manifestación artística que tengamos de la serpiente emplumada se equipara a la deidad de Quetzalcóatl, cuya influencia en otras culturas prehispánicas surge durante el Postclásico Tardío (1350-1521 d.C.).

En el arte prehispánico la serpiente, se representa en cualquier tipo de material como concha, obsidiana, cerámica, madera y piedra.

La serpiente forma parte de la naturaleza, simboliza parte del cuerpo humano, representa la tierra, el cielo, el mundo, la enfermedad, la fecundidad, la esperanza, la muerte, el agua, la germinación, el maíz y el fuego.

En la cultura Olmeca, la serpiente se observa en el Monumento 19 de la Venta, en donde un personaje ataviado con tocado de jaguar, capa y taparrabo, sosteniendo una bolsa de copal, se encuentra sentado sobre su cuerpo.

La representación es única en su estilo, dado que algunos investigadores la identifican, como un antecedente del Dios Quetzalcóatl.

En Chalcatzingo, Morelos se puede ver una serpiente devorando a un hombre, y que pertenece al relieve V, identificado por Grove como un Cipactli (Cocodrilo) y de ahí que se le conozca con el mismo nombre.

En su interpretación  iconografía se ha identificado una mezcla de elementos de víbora, águila y tiburón.

Víbora, porque el cuerpo se encuentra enrollado, su lengua bífida, el ojo rectangular y con cascabel; de águila, por la morfología de la parte superior de la cabeza y de su pico encorvado;  de tiburón, por sus dientes los cuales tienen una semihendidura que termina en pico.

En una pintura en Oxtotitlan, Guerrero, se localiza otra serpiente que tiene una nariz bulbosa, boca con colmillos, signos de plumas y ojos rectangulares.

En la pintura 2 de Juxtlahuaca, la serpiente se encuentra con la cabeza cuadrada, cuerpo rojo, cresta verde y cola de tres puntas.  En algunas vasijas de esta época, en especial las rescatadas en Tlatilco y Tlapacoya, es común observar la representación de serpientes incisas formando parte de la ornamentación.

En Izapa, Chiapas, la serpiente se encuentra representada en las estelas 3, 7,11, 14. En la primera hay un personaje que porta una máscara serpentina, sostiene su brazo izquierdo una espiga de maíz y se encuentra parado sobre el cuerpo de la serpiente, asemejando el Monumento 19 de la Venta.

El estilo y la técnica de esculpido, corresponde a una transición con lo Olmeca, esto es porque en las estelas olmecas hay un panel en su parte superior que se asemeja a las fauces de un jaguar, símbolo de la noche y que en algunas estelas de Izapa se retoman en un inicio para desaparecer y volverse más complicadas las representaciones.

 

 

Una comparación de la máscara serpentina del personaje de la estela, con esculturas y pictografía de la cultura Tolteca y Mexica, ha permitido suponer que podría tratarse de un antecesor de la «estrella de la maña», conocido como Tlahuizcalpantecutli, advocación de Quetzalcóatl, representado en Tula, Hidalgo.  

 

En la Zona Maya, el arquitecto Gendrop realizo un análisis iconográfico con el propósito de conocer su origen y seguir su evolución estilística a través del tiempo y el espacio de la serpiente, notando que al principio su representación es más natural y posteriormente se complica sus diseños, presentándose la mandíbula superior que se abre en sentido vertical y cuya punta se retuerce, mientras que la quijada inferior es más corta y horizontal.

Los motivos en que suelen representar son cejas en lugar de la escama supra orbital, caracol en fosas nasales, mechones de pelo en diversa parte de la cabeza, círculos que podrían simbolizar granos de maíz, y la presencia de una lengua bífida.

La serpiente se ha identificado en los dinteles del edificio 6 de Bonampak, en el Templo de las inscripciones en Palenque, dintel del Templo IV de Tikal, estela N de Copal, dintel 14, 15 y 25 de Yaxchilan, Templo 22 de Copan, estela 10 de Ceibal, edificio poniente del cuadrángulo de las monjas en Uxmal,  Banqueta del juego de pelota, el castillo,  disco de oro rescatado del cenote en Chichen Itzá, en las puertas zoomorfas del estilo arquitectónico de Río Be,  y otros.

En el Valle de Oaxaca, la cabeza de serpiente representa un día del año que corresponde al Glifo M y que se observa en la Lápida 13 del Montículo J.

En el caso de los Mixtecos se venera y respeta a un personaje semejante a Quetzalcóatl, que tiene atributos serpentinos y de jaguar.

En Xochicalco, el edificio principal tiene serpientes onduladas.   En Tajín, el juego de pelota tiene una serpiente labrada en piedra en su parte superior.

En la cultura Mexica, la serpiente tiene múltiples significados y diversas representaciones, forma parte del atavío de Huitzilopochtli, quien porta en su mano la serpiente del fuego o turquesa, llamada xiuhcoatl, el cual simboliza el calor, el fuego y la luz.

Sahagún, la señala dentro de una ceremonia en el Templo Mayor, como un rito preparativo a la germinación de las plantas.

En el Templo Mayor destacan varias serpientes que rodeaban a la estructura, simbolizando el lugar mítico del nacimiento de Huitzilopochtli, Coatepec.

En la escultura de Coyolxauhqui aparece una serpiente de dos cabezas símbolo de la fertilidad.  En el calendario Azteca, hay dos serpientes circundando y el quinto signo de los 20 días del mes nahuatl, es la cabeza de una serpiente.

En la mitología se concebía a la serpiente asociada a diversos elementos de la naturaleza,  la serpiente de nubes representado por plumas en su cuerpo, simbolizaba  el cielo y la serpiente del rayo, itzcoatl, se representa por la obsidiana.

En los Tlemaitl «brazo de fuego» o sahumerios,  se decoraban en el mango con serpientes de fuego, algunos ejemplares se pueden ver en el Museo de Historia de la Ciudad de México.

En Tenayuca, hay 138 serpientes que rodean a la estructura dual, las cuales tienen un cuerpo ondulado hechos de mampostería y la cabeza labrada de piedra.

En la parte Norte y Sur se encuentran dos serpientes llamadas turquesas.  Al parecer estas dos serpientes son marcadores de solsticios y equinoccios, por lo que hay una relación astronómica, en donde la serpiente de turquesa simboliza el cielo diurno y las serpientes que rodean a la estructura los seres celestiales.

En nuestros días la serpiente continúa siendo parte de nuestra existencia, ya que en la medicina tradicional se le asocia con alguna enfermedad de cierta parte del cuerpo.

En el códice Ríos se ilustra lo anterior, ya que hay una relación serpiente y sexo, por lo que se le considera un afrodisiaco o una cura para la impotencia.

Cada parte del cuerpo de la serpiente se utiliza para un remedio, la espina para las varices, cáncer, hinchazón y falta de sangre, la grasa se aplica como ungüento para la reuma o torceduras, la piel para enfermedades propias de la piel y la carne como un platillo exótico.

El Monumento 19 de la Venta, en donde un personaje ataviado con tocado de jaguar, capa y taparrabo, sosteniendo una bolsa de copal, se encuentra sentado sobre el  cuerpo de la serpiente.

Quetzalcóatl sostiene con su mano izquierda una serpiente símbolo del fuego contra  Tezcatlipoca (Códice Borbónico).

Escultura en forma de serpiente con tocado de terqueza en la Zona Arqueológica de Tenayuca, Ciudad de Mexico.

Escultura de serpiente ondulada en Templo Mayor, Ciudad de Mexico