2021, EL AÑO DE LA INUNDACIÓN.

0
971

Efraín Ríos

Hay años que marcan la historia, que marcan un antes y un después en los sucesos y en la forma de vida. El 2021 quedará escrito así en la historia de Tula y sus habitantes.

Mientras que la tercera parte de la población perdió parcial o totalmente sus bienes y forma de vida y están lidiando con el duelo, el coraje, la impotencia y los que pueden sacan lo que tienen de resiliencia (los llamo “los dolientes”); otra tercera parte se moviliza y apoya, como puede, como los dejan (les llamo “los proactivos”); hay una tercera parte que calla, que ve pasar los toros desde la barrera, que no le interesa lo que fue o lo que será, yo les llamo los “indolentes”. 

Lejos emocional (y algunos hasta físicamente) de la tragedia, mientras la población nadaba en mierda o intentaba limpiar y rescatar sus pertenencias, estos individuos se burlaban en las redes sociales y aprovechaban para tomarse “selfies con duck face” para intentar subirse la resquebrajada autoestima.

Los indolentes se formaron para recibir despensa, aún cuando no les correspondía y almacenaron gran cantidad de víveres en sus hogares intactos de la tragedia. 

Los indolentes obtuvieron un segundo refrigerador y estufa y se encuentran al acecho de otros apoyos que pudieran surgir. 

Los indolentes salieron a abarrotar el centro recién limpiado el día de muertos, -para disfrazarse y sin cubrebocas, al puro estilo de un baile de pueblo-, darse arrimones entre sus símiles, apretujando a los niños entre ellos, festejando cuando no había nada que festejar.

Los indolentes corrieron por las pantallas led y por los celulares durante el buen fin, no por necesidad, simplemente porque podían; mientras otros tantos intentan recuperar al menos su fuente de empleo y un lugar donde dormir seguros.  La televisión es una necesidad que muchos de los afectados aún no suben a su primer puesto en la escala de sus prioridades.

Los indolentes están tratando de sacar raja política de la situación, de diferentes colores y sabores, todos quieren convencer de que son la mejor opción, sin pruebas, sin sustento y sin razón, aprovechando el momento de dolor y necesidad. No se han dado cuenta que no habrá opción política mientras no haya una toma de responsabilidad y una respuesta congruente.

Los indolentes siguen defendiendo sus posturas políticas sin cuestionamiento alguno, defendiendo lo indefendible y justificando lo que ya no tiene justificación.

El año 2021 no solamente trajo la inundación a Tula, también sacó a flote de entre la mierda a sus símiles humanos. Y en Tula, aún flotamos entre estos desechos a diario.

Lo interesante de todo esto es que Tula es un reflejo fractal de la sociedad mexicana.  Si fuera un experimento sociológico, Tula sería el laboratorio perfecto para probar hipótesis, medir reacciones y formular teorías.

El clima de necesidad y carencia en el que viven algunos les hace pensar que si el vecino vende mermelada de fresa les van a dejar de comprar las fresas frescas a ellos.  Se les olvida que son parte de una cadena de producción y de consumo.  Se les olvida que en una sociedad somos interdependientes.

El año 2022, se avizora nublado. 

La tercera parte que conforman los dolientes, tiende a radicalizarse ante la falta de respuesta. Baste recordar que el miedo es el peor consejero. El miedo es el diablo que te hace caer en la tentación del mal.

La tercera parte de los proactivos buscará la forma para mantenerse en pie, ayudar y ayudarse. Resalto que los proactivos son los que mantienen en pie a Tula… y a México.

Y los indolentes seguirán en su desmadre. Aprovecharán lo que puedan, sacarán ventaja de lo que les permitan, se arrimarán a la sombra del árbol mas grande y seguirán tranzando para avanzar al mas puro estilo mexicano. Las fiestas para ellos ya comenzaron. Y votarán por quien les de mayores beneficios sin tener que mover un dedo. A su manera se asumen como víctimas y siempre están voraces.

Mi profecía es que, en el 2022, veremos como el coronavirus se hace amigo de la humanidad, por pura sobrevivencia. Necesita de los humanos para seguir propagándose y si los aniquila, se aniquila él mismo. Nos mantendrá vivos para permanecer vivo.

Vendrá a visitarnos por temporadas como su prima la gripa y nos dejará descansar por otras tantas. Ómicron es el mensajero de paz entre el coronavirus y la humanidad. Los tratados de paz han comenzado a firmarse. Tuvo dos años de ensayos para ir aprendiendo de los humanos y hacernos resistentes.  Ha estado mutando hasta encontrar el equilibrio perfecto, mientras nosotros mutamos para resistirlo.

La naturaleza es sabia.

A veces, nos comportamos como los virus.

A veces, tendríamos que aprender mas de ellos.