México es un país muy fuerte porque tiene en su gente la principal fuente de energía con nuestra proverbial resistencia a la adversidad y por nuestro incomparable buen humor, que es nuestra divisa en el mundo entero.
Sin embargo, nuestro país pasa hoy por un momento de enfermedad, de grave malestar en prácticamente todos sus sistemas.
En el índice de percepción de la corrupción 2017, elaborado por Transparencia Internacional, México desciende diez lugares: pasa del lugar 129 al 135 en un total de 180 países evaluados; obtuvo una calificación de 29 en una escala de cero a 100.
No es para menos.
El informe ejecutivo de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) sobre la cuenta púbica 2016 pone al descubierto la anatomía de la corrupción, que mueve recursos por poco más del 5 por ciento del producto interno bruto anual de todo el país: unos mil millones de pesos al año.
Entre los mecanismos usados por funcionarios de alto nivel para desviar recursos públicos destaca el “puente” que se ha hecho en organismos autónomos, particularmente en universidades e institutos.
Grave para los hidalguenses resulta que en este detallado informe aparezca la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero como parte de un supuesto desvío de 1700 millones de pesos, de los cuales 815 millones se aplicaron para pagar a instituciones de educación superior por trabajos que nunca se realizaron.
En particular, se señala a la UPFIM de haber contratado a diversos empleados gubernamentales de diferentes dependencias, haberles pagado a través de otra empresa, un total de 138 millones 644 mil pesos por un trabajo que no se realizó: el levantamiento del padrón del Centro Ciudad de las Mujeres en Tlapa de Comonfort, Guerrero.
Seguramente el gobernador Omar Fayad Meneses habrá tomado ya una decisión respecto de esa casa de estudios, que muy pronto conoceremos.
Este México fuerte, este Hidalgo fuerte, de los que tan orgullosos nos sentimos, están heridos por el tigre de la corrupción.
